Revista La Urraka
La literatura y las artes al alcance de todos
Portada:
Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm
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Del Taller literario Hojas de hierba
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Vida y nostalgía en La Urraka
martes, 14 de marzo de 2023
Poeta internacional invitado en La Urraka
Adrian Sangeorzan |
Este año debería haber sido borrado del calendario desde enero
Antes de que cogiera velocidad
Como una bola de nieve que crece rodando
Sobre las playas del mundo en las que estamos acurrucados
Creyendo que esta vez también nos salvará el sol.
Es verano, estoy sentado en la orilla del océano
Trato de hacer bolas de arena
Para convencerme de que también la nada tiene vida propia
Y que cuando nos envíen a Marte
Nos las arreglaremos igual de bien
Que los marcianos que alguna vez se nos metieron bajo la piel
Después de una glaciación fallada al milímetro
En la que la Tierra, creyendo que es la única estrella de la suerte,
Le dio la espalda a Cronos
Que devoraba a sus hijos nada más nacer.
Este año que coge velocidad se le escapó de entre los dientes
Y nosotros miramos el cielo de su boca
Como desde una celda con rejas.
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Cementerio en Nueva York
Qué actividad febril hay en los cementerios
Se cavan tumbas día y noche
Se tiran huesos viejos y nuevos
Para los muertos enterrados a causa del dinero de las faltriqueras.
Sacerdotes y rabinos ofrecen la absolución
Para legítimas incineraciones
Hechas apresuradamente según las nuevas necesidades
Que ninguna fe las ha previsto
En estas extrañas circunstancias.
Desde hace mucho tiempo se sabe que el fuego purifica todo
Metes la mano en él y estarás limpio
Hasta de los pecados que no hayas cometido.
Si por casualidad has salido con vida
Puedes orinar en unas cuantas estatuas sagradas
Y en las madonas que rezaron por ti
Antes de que tú nacieras
Y que pudieras recordar.
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Señales de tráfico
Cuando el hielo se agrieta, deja escapar una nota tan alta
Asusta a las focas que salen a la superficie por una bocanada de aire.
En cada témpano desprendido de Groenlandia
Están los saxofones y tambores de cuero de mamut.
Pronto nos aislarán sobre ellos
Para improvisar canciones de cisne
Y marchas alegres para bodas y fiestas imaginarias.
Cuando llega a África, Charlie Parker se hace crujir los nudillos
Y prueba su saxo como un cuerno alpino en miniatura
Adelgazado por el gran deshielo de la nostalgia.
Un coco ha brotado en nuestro témpano
Y crece como una señal de tráfico con un significado desconocido.
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*Adrian Sangeorzan es médico estadounidense, poeta y escritor de ficción de origen rumano. Vive en Nueva York y trabaja como obstetra y ginecólogo. Publicó varias colecciones de poemas: Mundo enmascarado (2020), Lapso de memoria (2018), La Anatomía de la Luna (2010), Tatuajes en Mármol (2006), Voces en el filo de una navaja (2003), Sobre la línea de vida (2002). Es autor de las novelas Certificado de virginidad (2019), Exiliado del útero (2012), Entre mujeres (2016), Caminos (2017), El toque en el hombro (2015), Vitali (2008), El Circo Frente a la casa (2007), y Entre dos mundos: Cuentos de Médico de la Mujer (2005)
Sus obras aparecen en varias antologías y revistas literarias en los Estados Unidos y Rumania. Es miembro del Movimiento Literario Internacional “Poetas del Mundo”.
Adrian Sangeorzan fue invitado a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, Alemania (2022), invitado del Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua (2018), de Gotemburgo (2014), invitado del Festival Internacional "Días y Noches de Literatura", un evento organizado por la Unión de Escritores Rumanos en 2011. Sus poemas han sido traducidos al inglés, chino, francés, alemán, sueco, árabe, español, polaco, bengalí, vietnamita, uzbeko, italiano.
jueves, 24 de febrero de 2022
Las poetas en La Urraka: Kamila Pereira Hernández
Kamila Pereira Hernández
Nacida en Turbo, Antioquia. Residente en
Apartadó, Antioquia, Colombia.
Pintora y Poeta.
Su obra ha sido publicada en antologías nacionales e internacionales. Ha participado en distintos Encuentros de Escritores y Poetas. XXXX Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas (2017)
Galardonada con la Espiga Dorada en el lll Festival Internacional de Poesía y Arte. Perú (2018)
Obtiene el reconocimiento por ASORBAEX España. Por su
talento, actitud, compromiso y participación como artista,
promoviendo la cultura de igualdad. "Arte desde mi Rincón" San
Vicente, Ecuador. 2020
Su poesía ha ha sido seleccionada y
publicada en la antología internacional Writers' World. World Writers. (Escritores para el
mundo, el Mundo de Escritores. Daca, Bangladesh.(2021)
Antología Donde Cantan los
Grillos. Mujeres Escritora del Urabá. Apartadó Antioquia, Urabá Colombia.
(2021)
Antología, No es posible la
misericordia humana? Afganistán. Cajamarca, Perú. (2021)
Libro de poesía en edición. En el Ojo de la Sepia. Libro de cuentos, digital. Caballo por Alfil .
lunes, 31 de enero de 2022
Aproximación a la poesía
Conrado Alzate Valencia
miércoles, 5 de enero de 2022
El coleccionista de baladas
El coleccionista de baladas
Por Conrado Alzate Valencia
Un mundo orwelliano
El libro “Un mundo feliz”, publicado en 1932 y escrito por el novelista, filósofo y viajero británico Aldous Huxley, vaticina la abolición, entre otras cosas de: la diversidad cultural, el arte y la literatura. Y eso es lo que está ocurriendo hoy. El verdadero arte está siendo remplazado por lo banal y lo vulgar. La gente está valorando más la antiestética que la estética, la estolidez que la inteligencia.
En “1984”, otra novela política de ficción distópica, publicada en 1949 por George Orwell, el autor también pronostica la supresión del arte puro y el ocultamiento del conocimiento: “Pero éste es el precio que debemos pagar por la estabilidad. Hay que elegir entre la felicidad y lo que la gente llamaba arte sublime. Nosotros hemos sacrificado el arte puro”. Y más adelante agrega: “No habrá arte, ni literatura ni ciencia” Todo lo anterior va acompañado de la manipulación de la información, la práctica de la vigilancia masiva y la represión política, impuestas por la Policía del Pensamiento al servicio del Gran Hermano. Ya las profecías se han cumplido. En estos momentos, vivimos en un mundo orwelliano.
Las baladas
En el setenta, ochenta y principios del noventa, décadas del siglo anterior, nosotros escuchábamos tangos, boleros, salsa y música romántica. Y les ofrecíamos baladas a las muchachas. En esa época, dedicarle una canción a una mujer era como enviarle una carta de amor o un maravilloso ramo de flores; se trataba de un regalo que generalmente nos abría las puertas de la amistad y del amor. Y la verdad es que las letras de estas canciones eran poemas sencillos y pegajosos. ¿Y quién no se doblega ante una espléndida creación poética como ésta del cantante y compositor español Emilio José?:
“Tu nombre se está borrando / De la proa de mi barca / Ojalá que el mar pudiera / Borrármelo a mí del alma // Una copla marinera / Que de boca en boca anda / Aunque no le importe a nadie / Yo fui el primero en cantarla //Pero yo sí que lo sé / Yo sé dónde está esa barca / Medio enterrada en la arena / En una playa olvidada // Pero yo sí que lo sé / Yo sé dónde está esa barca / Medio enterrada en la arena / En una Playa olvidada // Yo sé también que hubo un hombre / Que puso rumbo a esa playa / Para abandonar allí / Recuerdos que le quemaban // Todavía el sol poniente / Arranca chispas doradas / Al viejo farol de cobre / Que cabecea en la playa // Pero yo sí que lo sé / Yo sé dónde está esa barca / Medio enterrada en la arena / En una playa olvidada (bis) // Tu nombre se está borrando / De la proa de mi barca / Nadie sabe que esta copla / Se me escapó a mí del alma”
Recuerdo muy bien que yo terminé mi bachillerato en la nocturna, porque en el día debía ayudarle a mi madre a vender sus mercancías. Y los viernes, algunos condiscípulos y yo, faltábamos a clase, pues nos íbamos para El Gloria, El Montecarlo, la Cabaña Marina y La Red, las tabernas más agradables de mi tierra. En estos sitios bebíamos ron hasta altas horas de la noche y fumábamos Marlboro, mientras escuchábamos a Óscar Golden, José José, Joan Sebastian, Leonado Favio, Sabú, Leo Dan, Sandro, Camilo Sesto, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat, Dyango, Valen, Albert Hammond, Hervé Vilard, Joe Dassin, Salvatore Adamo y Franco Simoni, entre otros artistas que le dieron un sentido mágico a nuestra briosa juventud. Oh, y las voces femeninas que acompañaron muchas veces nuestra bohemia desenfrenada: Silvana di Lorenzo, Mary Trini, Cecilia, Lolita, María Veranes, Jeanette, Nada, Raffaella Carrà y Vicky Leandros. Solo para nombrar algunas a vuela pluma.
En Viña del Mar, un balneario de mi pueblo, pasábamos algunas tardes y los fines de semana bañando, tomando cerveza y escuchando una de las voces más prodigiosas de la radio: Bismark Osorio Bahamón, Director de Extraimpactos viejitos de la desaparecida emisora Ondas del Nevado. Por este programa discurrían los solistas y las agrupaciones más célebres de estos tiempos inolvidables, que nos permitieron entrar al tímido reino de nuestros primeros amores. Pero de un momento a otro todo cambió: el mundo encantado que conocimos, se fue desmoronando en la niebla como un castillo de hielo.
La música popular y el reguetón
Ahora bien, no sé quién o quiénes fueron los genios que llamaron a las baladas “Música para planchar”. O sea que degradaron esta música, sagrada para nosotros. Luego vino el auge de un género de la Costa Caribe: el vallenato, pero no el que narra las hazañas de los hombres de esta tierra, sino el comercial, el que canta a todas las caras del amor y desamor. No obstante, el vallenato es más aceptable que el ruido infernal de estos tiempos apocalípticos.
Después, perversamente impusieron la música popular y el reguetón, que generan copiosas ganancias. Ante este monumento de la estupidez, se reúnen multitudes adoradoras y enfermas, en una especie de exaltación vestal. Pero lo que no sabe la gente es que todos somos marionetas de alguien, utilería desechable. Y estos reyes del despecho o ídolos populares son idiotas útiles que el establecimiento toma para entretener la chusma, son una droga que controla las emociones; son, en fin, el “soma” que anunció Aldous Huxley en “Un mundo feliz”. Sin duda, este es el país del despecho y el “perreo”.
Con relación a lo que escuchan las personas de ahora, cada que las Centrales Obreras protestan por el pequeño incremento en la escala salarial, un polémico amigo señala salerosamente: “El que ve todas las novelas y los realities de Caracol y RCN y escucha reguetón y música para caballos, no merece ni el mínimo”.
El coleccionista de baladas
De estos temas y de otros, suelo dialogar constantemente con un hombre noble, trabajador, inteligente, memorioso y muy cercano a mis gustos. Se trata de mi hermano, un filósofo sencillo de la existencia, quien discurre por la clandestinidad, sin ningún ánimo de reconocimientos. Darío (nombre persa, cuyo significado es el siguiente: “el que posee el Bien”, “el que mantiene el Bien” o “el que protege contra el Mal”), es un coleccionista silencioso de baladas, custodio y amanuense de verdaderos tesoros, inexistentes para muchos. El posee, por ejemplo, a José Luis Perales en alemán, a Sandro en español, portugués e italiano; a Julio iglesias en español, portugués, francés, italiano y alemán. Y dentro de sus joyas brillan las canciones en portugués de Nelson Ned, Roberto Carlos, Nilton César, Marcos Roberto, Heleno, Danny Cabuche y José Luis Rodríguez. Y en su colosal fonoteca también sobresalen Raphael y Charles Aznavour en varios idiomas.
La música ha sido para él, desde muy joven, entretenimiento, poesía, tabla de salvación y lenitivo para sus heridas y su soledad. Jamás he visto a alguien tan aleccionador, tan reverente y sensible con los milagros del arte como este melómano de todas las horas. “A mí me gustan las baladas, porque ellas nos cuentan bellamente en un poco más de tres minutos media vida”, expresa con mucha seguridad. Otras veces indica: “Lo más detestable es que los viejos, quienes crecieron con los tangos, los boleros, las cumbias y la música romántica, ahora escuchen y canten a grito herido reguetón y música popular”. Y, cuando se va de este mundo un baladista que nosotros admiramos, él inmediatamente me llama y me comenta con evidente nostalgia: “¿Sí sabía que acaba de morir otro cantante?”. Y yo le respondo: “¡Qué lástima, hermano, definitivamente el mundo se está quedando sin voz!”
Es de advertir finalmente que, gran parte de los discos compactos que poseo en español, portugués, inglés, francés, italiano y alemán, se los debo a él, quien siempre tiene la paciencia y el cariño suficiente para grabar los temas de mi preferencia.
Con estas breves, “… humanas, míseras palabras”, para decirlo con el poeta Aurelio Arturo, deseo tributarle un pequeño homenaje al Coleccionista de baladas, un ser hecho de música como el río, como los pájaros de la mañana y estas montañas legendarias.
Riosucio, enero 2 de 2022
lunes, 13 de diciembre de 2021
Divagaciones sobre la escritura poética
Divagaciones sobre la escritura poética
[A mis Maestros amigos, Juan Carlos Céspedes Acosta y
Argemiro Menco Mendoza. Y viceversa]
Otto Ricardo-Torres
... Voy a hablar del acto de escribir en el que es realmente poeta; lo que le ocurre al poeta en el acto de escribir, eso que algunos –y hoy casi todos- corrieron a llamarlo inspiración, palabra que ya no se puede pronunciar si es que nos queremos librar de un linchamiento. Si no nos ponemos en situación, es decir, atentos al caso, esto puede ser un ‘ladrillo’. No obstante, antes de rehusarlo hagan memoria fina de cada uno en sí mismo y de la biografía interior de los grandes poetas. Hay ocasiones en que estas circunstancias no se corroboran verbalizándolas, sino haciéndolas. O el HACER como la única forma de SABER. ..
Supe de los toltecas hablando de AQUÍ y AQUÍ y no de Aquí y Allá. Creo que todos hemos pasado por esa situación. Por supuesto que los Maestros lo hacen a voluntad cuando ‘se enfocan’ en varios lugares de tiempo o de espacios, o de espacio y de tiempo diferentes y al mismo tiempo.
DISTINGAMOS dos situaciones: cuando nos acordamos o alineamos o enfocamos en un lugar pasado o presente, estando únicamente Allá; y cuando nos vemos y estamos simultáneamente en dos lugares distintos. Seguramente a muchos de ustedes les ha pasado, sino que, a pesar de lo sorprendente, solemos archivar estos sucesos sin detenernos en ellos. Hagamos inventario estratégico de nuestra vida y lo recordaremos.
A eso, los toltecas le llaman ACORDAR o ACORDARSE, que es distinto de RECORDAR. ‘Recordar’ es hacer memoria desde aquí lo de allá, REMINISCENCIA; ‘acordar’ o ‘acordarse’ es estar aquí y aquí, esto es, en varios ‘aquí’ al tiempo, o trasladarse a ese no lugar y participar en el propio tiempo y circunstancias de entonces sin dejar de estar en su aquí del comienzo.
Dada la singular acepción, creo que en este caso el régimen del vocablo ‘acordar’ o acordarse’ no sería ‘acordar o acordarse’ DE, sino ‘acordar o acordarse CON’, como en ‘Estar de acuerdo o en acuerdo con’. En este caso, el verbo coincide con el empleo que se hace de él en música, mediante los ‘acordes’. Su etimología está del lado de ‘acordar o acordarse’ CON, pues viene de ‘ad’, ‘al lado’, y ’cos cordis’, ‘corazón’: ‘corazón al lado de, o simultaneidad, ‘ad cordis’. (Aunque se podría pensar que en el caso de la música, el ‘acorde’ sea cuestión de ‘cuerdas’). José Ortega y Gasset, el máximo ensayista en lengua española para mi gusto, da una bella definición de AMOR en términos de “Corazón junto a corazón, concordia”. Y, por supuesto, como él sabía de latines, está empleando ‘concordia’ en su valor etimológico, con el sentido de ‘co cordis’, simultaneidad del corazón: AMOR, concordia del corazón: ‘corazón junto a corazón’.
Este empleo se aviene con el de ‘acordar o acordarse’ y con ‘acuerdo’.
Sin ser exactamente un ACUERDO, dicen que mi admirado Rey David solía hacerlo. Se sentaba y empezaban a atronar en todos los cuerpos de su ser caminos y batallas, salones y reuniones con los enjambres de las tribus, tales cuales, mas no ‘como si las estuviera viviendo’ sino sin el ‘como’.
A lo que vengo es al caso que sí se puede citar, el de los poetas (incluidos los narradores, por supuesto) sobre todo los aedas y rapsodas de la época homérica y de siempre. Comentan los rapsodas, ION, por lo menos, que cuando están ante el público cantando, los hexámetros de aquellas obras en las cuales había especialistas de cada una de ellas, uno es el que está parado ante el público y ese mismo el que está inmiscuido en los escenarios y escenas vivas del canto, del contenido del canto, allá en su entonces. Uno de los símismos apenas si se da cuenta, porque queda en estado zombi para no interrumpir el flujo de la memoria del rapsoda.
No es del todo igual al aquí y aquí tolteca realmente, pero casi.
Ahora bien, al crear poéticamente, unos lo hacen como tecnología, ‘de oficio’; a estos no me refiero. Otros no lo hacen, sino que dejan que el texto se haga en ellos. Estos son. Y es cuando el poeta lo es porque él no es realmente el responsable sino únicamente de la escritura; lo demás ya le va siendo dictado. Y su maestría estriba en mantenerse atento al dictamen, sin entrometerse, sino dejando que la voz intrusa diga lo que venía a decir tal cual. A ese par de simultáneos, uno y distinto en el mismo, lo he llamado ad hoc, POETA Y ALDEANO. A este, el amable e inocente aldeano, me refiero jocosamente como el ‘ñero’ (‘aldeano’) ortónimo u homónimo del poeta, sin nada de peyoración.
En el artista se dan esas dos entidades simultáneas, la del aldeano y el poeta, dos maneras del aquí y aquí.
Cuando he hablado de evitar el autor en la ñerocrítica, no es por apartar al crítico de la amistad con el autor Fulano de tal, sino para invitarlo a que se ocupe del autor poeta y no del autor externo, del ñero o aldeano, del Fulano, que no es el que crea. El autor poeta es ya, por supuesto, parte principal de la creación, dado que él es quien agencia o hace la creación. A él se está uno refiriendo cuando examinamos al poema en el seno de este y no desde afuera. Si analizamos realmente y sin evasivas la artisticidad del texto, ahí mismo estamos rindiéndole homenaje al autor, pero al autor intrínseco en el poema, no al ñero. El autor intrínseco es el factor más importante de la creación, porque él es creador y criatura en, dentro de su obra.
(El ñero es el de la reciprocidad del sancocho y el del uiski debajo del paloemango, que es en el que está pensando el ñerocrítico).
Generalmente los artistas no hablan de esto, a menos que el ambiente sea propicio. Y no hablan de esto porque la mayoría de la gente solo habla del poeta Fulano, como si Fulano fuera realmente el poeta y no el mismo fulano, pero otrado en la realización de su oficio sacerdotal. Creo que de esto ya he escrito bastante, aunque insisto.
En el verdadero poeta, sea de la especie artística que fuere (a todo eso lo llamo ‘poeta’, pues igual ‘crea’ el que narra, hace teatro o cine o poemas), se da de manera fidedigna, el aquí y aquí, a su manera. Porque se trata de dos unomismo, sin ser dos, pero tampoco el mismo siempre. Cuando el real poeta escribe, el otro uno mismo no sabe qué es lo que quiso decir el aquel; tampoco este, porque está dentro, en unidad con la escritura. Únicamente la escritura, lo escrito, sabe qué es lo que el artista ha dicho o hecho.
El verdadero poeta evade o no le gusta hablar de esto porque lo pueden chiflar.
Claro que hay casos contundentes, y no sé si pueda citar a Kafka con su Metamorfosis; tal vez también a Rilke, el de la Canción de amor y de dolor del capitán Cristóbal Rilke”, a Pessoa en sus poemas extensos, a José Asunción Silva, el que tuvo que soportar la angustia inefable de su canto bailándole en sus dos noches elegíacas: las de “Una noche” y “Esta noche” .. de su sin par “Nocturno”. Y tantos otros. Sino que no todos los artistas dan en declararlo, o por modestia, por todo lo contrario, o porque no se han detenido a reparar en ello.
Yo quisiera decir que ninguna obra realmente poética es escrita o realizada de una manera distinta. Por ejemplo, en García Márquez Cien años de soledad fue la culpable de haberlo encerrado los meses que estuvo en el calabozo de su casa de México escribiendo. Y no el ñero o aldeano, ‘el de civil’, García Márquez común y corriente, sino el garcíamárquez cienañosdesoledad o autor. De no haber sido así, quién, qué lo obligaba. Genio al fin y al cabo, hundió todo el cuerpo en el misterio y se dejó atrapar sin miedo. Si no, pregúntense: ¿sabía este autor lo que tenía que escribir? No. ¿Ya tenía claro lo que debía escribir? No. ¿Se predispuso a decir esto y lo otro antes de escribir? Dijo que tuvo que entregarse o someterse, ‘a ojos cerrados’, a lo que las urgencias caóticas de la obra le obligaron a escribir. ¿Y por qué le obedeció a todo ese fantasma metafísico o cuasi? Ya él ha dado la respuesta varias veces. Y muchos otros también.
Ser conscientes de esa inconsciencia al escribir, al bailar, al cantar, al pintar, al componer música o jardines, casas, mansiones, escenarios .. es el secreto, es el misterio, el sancta sanctorum del artista. En el seno de ese ámbito invisible para los demás, y solo allí, inmerso en la idéntica unidad de sentimiento y de conciencia, es el lugar en el cual el artista iluminado recibe la revelación y la pule y le hace los remiendos o arreglos que ella, la obra, pide o solicita. El haz y el envés de la hoja son su manera de decir su aquí y aquí.
En fin .. Siempre .. ¡siempre!, me he preguntado en las distintas ocasiones del oficio, por qué las criaturas de talento le sacan el cuerpo al misterio y por qué no son capaces de enfrentarlo, interrogarlo, hundirse en él, tal como lo hicieron todos los que, por haberlo hecho así, fueron grandes. Creo tener un conato de respuesta, pero la dejo para mí, porque “los actos de darse cuenta son siempre personales”.
Nueva Casa Esenia B’H, diciembre 5 del 2021
domingo, 26 de septiembre de 2021
El cuento en La Urraka: Escritor Pedro Linares Domínguez
fijar la vista sobre las piezas del tablero. Algo había cambiado. El peón de dama estaba emplazado en la casilla central. Pero el caballo del alfil del rey de las negras había sido desplazado a la casilla f6. A lo lejos escuche un ruido como si arrastraran tambos vacíos. Me asomé a la puerta y la vi. Era una muchachita como de doce o trece años. Estaba parada bajo uno de los árboles del fondo. Llevaba un vestido blanco, percudido y desgarrado. Parte del cabello le caía sobre el rostro y en su frente se apreciaba una profunda herida. Un hilo de sangre le corría por la mejilla. Cuando me miró se alarmó y empezó a desplazarse. Su manera de andar era horrorosa: desgarbada, con los brazos caídos y la cabeza girada de una manera extraña. Dio unos pasos y se perdió en uno de los pasillos entre dos aulas.