Palabras silenciosas que detienen el tiempo
Homenaje a mujeres escritoras
I
Hay sangre y dolor sobre la piel del tiempo
Su antorcha pregona incendios y un tembloroso porvenir
La hambruna de las almas roe piedras y mastica sueños
La ceguera nos impide ver a Dios, al extinguirnos en guerras
La luz de la experiencia se esfuma en mareas de niebla
Quedan misteriosas huellas esculpidas por oscuros fuegos
Deslumbra la revelación de las imágenes que nos protegen
Somos inmisericordes caínes ante los ojos de un Dios turbado
II
Miles de inteligencias se pierden aplastadas por el progreso
El obrero y el campesino son anacoretas exiliados en el olvido
Cansados, aguardamos un mínimo milagro del Dios idolatrado
Nuestro destino es trabajar y trabajar cual robot de cuerda
Nadie es nadie. La metralla desangra, los impuestos despluman
La bestia es la realidad que nos clava alfileres en las uñas
El amor nos consuela con sucias manos como si fuéramos imbéciles
Sonreímos cual idiotas, aullamos y oramos, mendigando esperanzas
III
Mi riqueza se reduce a contar granos de arroz y pequeñas monedas
El amor es un rompecabezas que nos permite adular a los verdugos
Somos insectos cómplices de la mala estrella de las estadísticas
La muerte trasfigura de un plumazo el realismo mágico de la pobreza
Somos cariátides que sostenemos cual héroes a nuestros asesinos
Dios ladra inútilmente, mientas escarbamos esperanzas en la tierra
El canto agónico de las mujeres violadas se extinguirá en la historia
Fuimos gotas de agua para el pez que imaginamos en los sueños
El brutal ritual de sangre y fuego es verde como la voz del milenio
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Homenaje a mujeres poetasDedicado a Helena Trujillo, poeta del Grupo Cero
I
Mientras todos duermen, pisamos espinos, empuñando la llama
La tierra arde y abrasa a quienes se rinden resignados a su suerte
Hay fuego en las sílabas de quienes señalan un camino imaginario
Debemos prendernos de alambres de púas y ascender sin miedo
Las madres sobreviven como árboles sin fruto o mustias fábulas
El fin comienza en el olvido, augura un vagabundo en el camino
Mi sueño es estar donde todos quieren estar. Hay espacio para pocos
Me obligan a huir. Me tildan de mala yerba. Me abortan al infierno
He cerrado los párpados a cientos. Olvidé llorar y amar como adulto
II
No sé cómo, desperté un día con los sentidos vivos
Había fuego en el canto, en los sueños, en el viento y en el instinto
¡Deténganse! Les grité a quienes huían como putas locas alcohólicas
Hay que enfrentar a quienes nos persiguen cual tsunami de herradura
Somos estatuas enamoradas del humo extraño y del viento
Desearía ser fiesta para tu piel, tus cabellos y tu sexo
Alejarme de mujeres con sabor a sal, cemento, otoño filoso y hojarasca
Quiero navegar un barco ebrio por perfumes de Ninfas en celo
Orientarme por estrellas desconocidas y deslizarme desnudo en el azul
Enamorarme de la reina del absurdo, la loca de los incendios silenciosos
Viajar hasta que la Tierra se apiade de mi vejez y me devore
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Dedicado a la tertulia La Pérgola de Uniandinos
I
De los ojos se deslizan aguas sobre el orgullo profundo
Se inventaron reinos para jóvenes locas con corazón de mármol
Habitadas por lunas de colores y misteriosas burbujas en sus bóvedas
Maldigo los infernales nocturnos tornasolados del insomnio
Me asfixio con el hedor extremo de las brujas endiabladas
Late el polvoriento corazón herido por los piratas del sexo
Huyo como lagartija asustada por los talismanes de las hechiceras
¡Cuántas pagan con sus vidas por exhibirse al delirio de la perversión!
El vaho nauseabundo de la realidad me sepulta en inhabitables espacios
Me devora como carroña. Mi paz es una peste peor que la guerra
II
No son humanos quienes se derrumban por el hambre y la miseria
Más muertes no justifican luto nacional, así nos sepultemos en el océano
La matanza nos amarró piedras al cuello. Da asco nuestra historia
Escucho carcajadas, suspiros y gritos amordazados. La vida es mierda
Ensordecidos, buscamos metas insensatas, como esclavos de titiriteros
Encadenados al dorado fuego de la peste de un Dios lujurioso
Nunca me esperaste ni creíste en la luz de las cenizas del lenguaje
Sacudiste mi monotonía con tus pechos y cuajaste un mar de fiebre
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Versos dedicados al Grupo de Poesía Uniandino
Homenaje a su directora María Cristina Vega
I
Inventaré un paraíso donde el amor sea una extraña utopía
Escribo para salvar el hombre de su orfandad de alma
Los poetas trascribimos lo que nos susurran pálidas sombras
Somos miserables condenados a la paranoia por los demonios
Creamos melodías malditas donde Dios y la esperanza están ausentes
Nos acostumbramos a ver el mar desde la playa, cual muertos en vida
La justicia criminal es contraria a la polisemia de los poderes
Son inmortales los peligros de los mundos vengativos
El destino nos ató a silencios con sangre y corazones de niebla
Nos taladra el miedo y los gritos de guerra que incitan a la violencia
II
Arden las cicatrices de las sombras siderales de nuestra agonía
Estoy hecho trizas como el dolor del espejo roto que hilvana su pena
Mi corazón herido escupe quimeras inaudibles y sin esperanzas
Tu piel de hielo desposeída de calor, solo abriga sueños de escarcha
Somos alimañas aferradas a lugares olvidados, mentiras sin futuro
Estoy cansado de masticar miserias, ser historia sin pasado ni raíces
Soy un mendigo leproso que devora su carne propia, uñas y callos
Mi corazón se indigesta de rabia y solo vomita una bilis negra
Me enloquece su apocalíptica sangre y la erección frenética del gusano
Carezco de inteligencia para hacer el amor con los labios y bellos versos
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A bailar que la vida se va
Versos dedicados a los participantes del concurso Ramón de Zubiría
I
La voz del mundo se cansó, está débil
El pecho de los sueños respira adolorido
Los recuerdos de la carne se han hecho polvo
Estamos al borde de llorar gotas de sangre
La Tierra está sembrada de ruinas y de escombros
El amor delirante de los amantes es cenizas de llamas
Llueven lágrimas cual plumas de pájaros tiroteados
Los te quiero carecen de la inocencia de amores con futuro
¡A matar, a matar! Gritan los silencios que siembran terror
Vientos huracanados vomitan estrellas como las guerras
Las noches sorprenden mi corazón como incendios sin privilegios
Son fugaces las tormentas que nos desgarran y paralizan
Como mi Patria, vivo oprimido por la ingratitud y el olvido
Recuperar lo esencial es saltar por honor, lúcido al vacío
II
Hasta las almas huracanadas de los asesinos sienten miedo
Nos hemos esclavizado a guerras donde el delirio es morir en paz
Mi corazón de piedra cree en las contradicciones del Universo
Soy un viejo privilegiado cuya ansiedad le permite escapar en poemas
Soy rostro de tenebrosas tormentas, perdido en abismos sin tiempo
La ingratitud hizo en mi Patria una negligente permisiva
Tenemos que recuperar lo esencial: la honra, el buen nombre
No se justifica sobrevivir mimetizados, silenciando vergüenzas
Acuérdate amor, lo felices que fuimos en ese humilde motel
Abrazados amorosamente, nos olvidamos de las tormentas y la guerra
Aislados de los tiburones, chacales, ratas y aves de rapiña murtes
Gozando en noches solitarias del feliz vicio de hacernos daño con amor
III
La palabra placer fluye vertiginosa y libre sobre tu cuerpo
Tus caderas componen música espléndida con tus piernas y tu pubis
Me fascina besar esos pies que danzaban con gozo sobre las arenas
Olerte es encantarse con el aroma lascivo de tu sudoroso cuerpo
Me gusta diezmarles besos a tus pordioseros pezones ávidos de mimos
Y olfatear de rodillas la vulnerada gruta del éxtasis y la vida
Te he embestido con feroces dentelladas mientras el deseo se hace sueño
Exploramos todos nuestros poros, nos penetramos e invadimos
Desciframos los amorosos jeroglíficos del silencio y las miradas
Decodificamos la gravitación de los sueños y órbitas de las estrellas
Intenté tocar como tú, la punta de un astro con mis dedos
Somos solo corteza de árboles muertos embestidos por el tiempo
IV
Al mirar tus ojos leí tus pensamientos y la razón de mi soledad
Siempre fuiste como una secreta amante desconocida
Más que la piel, nos separaba un océano invisible
Solo tu perfume me estresaba: soy tuya, te adoro, te deseo
¿Cómo pudo rehusarme tu boca, después de gozar tu cuerpo?
Tu cuerpo siempre enloqueció en secreto por una ilusión imposible
Desde la distancia, hoy añoro tu piel pálida, tu olorosa carnalidad
Tu amor fue inmenso en la oscuridad y pequeño a la luz del día
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La vida se escapa danzando
Dedicado a Jorge E. Franco y María Cristina Vega
Fundadores hace 26 años del concurso Ramón de Zubiría
I
¡Amor, amor, amor! Cueva de locura, principio de pequeñas muertes
Monstruo fugaz que se devora la primavera de las ilusiones
¡Ay, soñé que te gozaba! ¡Infierno en mi paraíso, desvelos y agonías!
He memorizado con besos, la armonía de tu ardiente simetría
Deseo derramarme como hielo, bullendo por el ardor de tu cuerpo
Acércate, nádame, abrázate a mi desnudez. Navega mi geografía
Deseo hacerme torrente y río. Rayo deshojador de tu inocencia
Verterme como sombra y desembocar en ti como río en el océano
Te embriagaste con mi veneno, agonizaste como animal de vuelo herido
Roímos la manzana, creyendo ser inmortales y dueños del paraíso
II
Se deslizaron las prendas como si fueran de seda
Contemplé mudo, la hermosura de tu desnudez
Mi mirada de pájaro avizorante te escrutó de pies a cabeza
Te libé con el impulso cándido de mi juvenil otoño
Me hice colibrí padrote para martirizar tu bajo vientre
¡Cuántos versos afloraron de la simiente y agonía de la sangre!
Verte desnuda fue recordar el mar, la Amazonía, añorar un porvenir
Dejemos que crezca el amor, luz de primavera, exorcista del temor
Encendamos estrellas de esperanza, sembremos carmines frutales
No le aullemos más al fuego ni agotemos los suspiros en silencio
III
Cuando ella grita y pone el cielo en llamaradas
Siento el amor, aullándole a la muerte. La sangre se hace fuego
Solo el silencio de un cigarro marihuano irrumpía en el éxtasis
Luego de corrernos vivos casi hasta el umbral del ser y no ser
Ahora el invierno estremece mis cánticos de guerra
De la garganta del volcán ya no afloran torrentes de luz
El fuego ígneo de mis palabras ya no enciende tu cuerpo
Nuestros cuerpos son olas sin fuerza que agonizan sobre la playa
Tu belleza que enloquecía a la naturaleza, se hizo negro atardecer
Soy hombre arrepentido que al borde de la vida se sienta a escribir versos
Rescato imágenes desde lo profundo de la locura y las transformo en luz
Camino de la mano de la agonía y, me sumerjo en insondable silencio
Ahora, solo soy un frágil caminante que mastica las horas
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