Bienvenidos: Revista La Urraka Internacional


Portada:
Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

Seguidores

miércoles, 2 de junio de 2021

Polifonía en un poema de Aurelio Arturo: La ciudad de Almaguer.

Otto Ricardo-Torres

Este que hoy publicamos es un ensayo desarrollado desde el enfoque personal de la Semiótica Poética en el cual el profesor Otto Ricardo ha publicado en los últimos años sus escritos de crítica poética, incluyendo sendos libros sobre haikúes de Onitsura y Bashô, de Miguel Hernández y José Eustasio Rivera, así como los que tiene inéditos sobre poemas de César Vallejo, Darío Samper, Octavio Paz, amén de los otros ensayos –también inéditos- en los cuales examina también por primera vez en el país la Poesía silabotónica en poemas de José Asunción Silva, Gerardo Valencia, Porfirio Barba-Jacob, Jaime Sabines (en boceto).

El profesor Otto Ricardo conoció al poeta Aurelio Arturo, a quien invitó a la clase que el profesor impartía en el postgrado del INSTITUTO CARO Y CUERVO, pero no da información biográfica acerca de él, AA, pues considera que es de su interés únicamente el Aurelio Arturo poeta, que es el que se encuentra inscrito poéticamente en el poema expuesto.

Polifonía en un poema de Aurelio Arturo:

La ciudad de Almaguer.

Otto Ricardo-Torres.

I. Introducción y aspectos generales.

0.1. El presente ensayo corresponde al proyecto en curso, Taller de Lírica Maroa. Derroteros de análisis, concebido para ser desarrollado en varios volúmenes, sobre poemas de autores como Miguel Hernández, César Vallejo, Octavio Paz, José Ausunción Silva, José Eustasio Rivera, Porfirio Barba Jacob, Gerardo Valencia, Aurelio Arturo, Jaime Sabines y los poetas Zen Onitsura y Bashô, principalmente.

De ellos, ya me he ocupado de algunos, en ensayos ya publicados o todavía inéditos. Publicados: en libros, el análisis de un poema de Gerardo Valencia, desde el punto de vista de su estructura métrica silabotónica; en sendos libros, un haikú de Onitsura y un haikú de Bashô;  un poema de Miguel Hernández, de su poemario póstumo Romancero de ausencias, y Aproximaciones al poemario Tierra de Promisión, de José Eustasio Rivera, el más reciente libro publicado. En revistas, ensayos sobre el Nocturno III de José Asunción Silva y un poema de Porfirio Barba-Jacob, ambos de técnica silabotónica. Otro ensayo publicado en revista es Polisemiotismo en un poema de Octavio Paz, pero con torpes y lamentables errores de impresión.

Como inéditos, un ensayo acerca de un poema de César Vallejo, otros sobre poema de Darío Samper y Porfirio Barba-Jacob, un bosquejo de análisis de un poema silabotónico de Jaime Sabines, y este inédito sobre un poema de Aurelio Arturo, del cual me ocupo aquí.

<> 

En este poema, La ciudad de Almaguer, de Aurelio Arturo1, trato de mostrar la presencia de una retórica polisemiótica mediante los fenómenos de la diégesis2 y el fundido3, los cuales, según se puede apreciar en la hipótesis que sigo, constituirían el fundamento de su artisticidad y, por esto, el código o gramática poética de su escritura, clave de su lectura.

El propósito de los Talleres es ofrecer el fruto de un diálogo de años entre la poesía y yo, sobre todo entre varios poemas y el suscrito, diálogo en el cual ellos me enseñaron a conocerlos y, en modo limitado, a conocer, y a saber el modo de relacionarme con ellos, desde mis condiciones personales de percepción.

La lección principal que ellos me dictaron fue aprender a percibir desde la fuente externa, primaria y primordial, con el menor sustrato posible de presaberes; presaberes, o saberes metacríticos, si cabe el término, que pueden ser invocados, a discreción y a posteriori, mas no para ajustar nuestra escritura a lo que otros han dicho, sino para advertir las coincidencias o apreciaciones distintas, pero debidamente sustentadas, por nuestra parte.

Tal actitud fue constante a lo largo de todos mis años de docencia, en pregrado y en postgrado, así como en mi difusión sobre la idea de los Talleres recién fundados por mí como elementos regulares del currículo universitario en el área de las Humanidades. Excepcionalmente, acudí al conocimiento conocido sobre los temas de mis tareas y, cuando lo hice, fue después de haber adelantado dicha tarea mediate la actitud perceptiva mencionada.

En esa relación perceptiva he podido apreciar que la mayoría de las realidades con las que nos relacionamos no son conocidas directamente por uno, sino, de manera inconsciente, apenas re-conocidas por uno, pero a través de ojos ajenos que, con amable intención, nos prestan los libros, ciertos maestros y la cultura en general.

En cambio, en esta perspectiva epistémica a la que me he venido refiriendo, me sorprendo al saber que todos hemos sido hechos con la plena aptitud de conocer, a condición de que usemos el valor de la libertad en la búsqueda, pero suspendiendo  las verdades consabidas y aun los presaberes teóricos y semiotizaciones subjetivas, para facilitar el acceso epistémico ya dicho a las realidades objeto de nuestra tarea de percepción crítica.   

Paradójicamente, esta vía pedagógica nos alerta y previene únicamente contra la dependencia y sumisión a los presaberes, los lugares comunes, las convicciones derivadas de imposición dogmática; pero no nos aísla de los demás saberes, mucho menos del aprender a saber, ni de los hermanos de la comunidad, presentes, actuales ni futuros, sino que nos solidariza con todos en la búsqueda de la verdad, y de la verdad para el beneficio de la materia analizada.

<> 

0.2. El presente ensayo se desarrolla mediante varias aproximaciones. La primera es, por decirlo así, de tanteo y ambientación. La segunda y siguientes son las que, tal vez, estarían más próximas a la posible lectura hermenéutica del poema.

El título, Polifonía en un poema de Aurelio Arturo, se refiere a La Ciudad de Almaguer, de dicho autor,  poema construído*, a mi entender, mediante las voces (G. Genette)4 narrativo-descriptivas de la diégesis y el fundido, lenguas o semias con las que se realiza la textura artística del poema. Como advertirán, el sentido de polifonía aquí empleado no coincide con el de Bachtin ni con el de Ducrot.

He sugerido la hipótesis anterior a sabiendas de que ninguna afirmación categórica puede uno hacer sobre este poema ni sobre ningún otro que también hubiere alcanzado el grado de criatura poética. La causa de dicha imposibilidad es la discreta y delicada sutileza de matices que constituyen el organismo de esta criatura poética. Así, por ejemplo, aunque ando convencido de la inmediatez, en figura de abrupción o sorpresiva, con la cual se nos ofrecen los escenarios y personajes del poema, reconozco que  esto es neutralizado de inmediato por el modo narrativo del mundo evocado, que se halla en un tiempo sin tiempo, más allá, antes o después, de la supuesta realidad vivida y añorada por el poeta. El tiempo sin tiempo y el lugar del no lugar, o ucronía y utopía, constituyen el escenario de su canto, paradójicamente inmediatos al interlocutor.

Aquel tiempo arcano, en donde la vida se conduce y desenvuelve al ritmo del armonioso caos, correspondería al de la vida mítica, soñada, esto es, utópica, en el lejano horizonte. Sin embargo, esa arqueología de belleza lejana, ahora doméstica, se nos presenta contra las pupilas y el oído, al alcance del tacto, inmediata. No obstante, enfrentados los contrastes, unos y otros se lamen y restriegan suavemente entre sí, atenuándose, en contrapunto ‘beige’, asordinado. Esa variedad de puntos de vista y de matices evitan, con fortuna, la legibilidad ordinaria del poema y lo constituyen en una textura fascinante, pero inasible y reacia a toda horma sinóptica.

Si digo bien, me muevo en el seno de las limitaciones ocasionadas por la cumbre de inefabilidad alcanzada por el poema, al punto de limitarme apenas a tratar de bordear las razones del porqué no poder decir. Como en una especie de certeza de mis limitaciones ante los límites impuestos por el misterio casi inaccesible

No obstante, y sin que, tal vez, me protejan las cautelas precedentes, prosigo aventurándome, ahora con esta nueva afirmación sobre el poema de Aurelio Arturo que me propongo analizar, a saber: Posiblemente la clave de la escritura de este poema está  en mostrar y no en decir, o, si se prefiere, en su decir mostrativo, señalativo, rético, deíctico, mediante el empleo de las técnicas de la narración fílmica en la escritura literaria. Con esto trato de denotar y destacar la inmediatez de su mostración, sea esta visual, auditiva, táctil o sinestésica.

Dejo subrayada la idea de inmediatez para que, al leer el poema, noten el tino como juegan decires imposibles como este de la semiosis o palpación sensible inmediata con los sorprendentes matices y sutilezas. La inmediatez de matices y sutilezas, por supuesto inéditos, sorprende y es causante de estar percibiendo y no poder decirlo. Como si la maestría poética nos impusiera amablemente su dedo en los labios

0.3. Sabemos que el decir tiene que ver ordinariamente con la lección, lexía o lecturabilidad. Y esta es sígnica, pues se relaciona con la realidad a través del signo, no directamente. En cambio, el lenguaje en su dimensión mostrativa tiende a opacar o a prescindir de la referencia, o sea, del significado lingüístico encabalgado en la realidad, al presentar a esta del modo más des-significativo posible. La mostración que estoy queriendo precisar es la de la escritura abierta, no sígnica sino indicial, que exige la percepción sin palabras, de obligada percepción unitiva, sin código de desciframiento posible. Algo equivalente a no hablar sobre el amor, sino saber de él o conocerlo únicamente amando. Percepción tathata, le dirían en el zen.

Por ello, el decir de la lingüisticidad no podría ser inmediato, pues su instrumento operativo es la lengua, el signo convencional de la realidad. De ese modo, entre la realidad pura y uno está la lengua, intermediando, traduciendo, interpretando, con el resultado de que, a la postre, nos olvidamos de tal mediación y terminamos creyendo que la realidad es la lengua que la significa o convierte en signo.

No obstante, el poema, el buen poema, combate tal automatismo del percibir y del decir, que no nos deja ver la realidad. Su tarea es, en el aserto del crítico ruso Sklovski5, “hacer extraña la realidad”, esto es, hacernos notar la ‘extrañeza’ o rareza de la común y corriente realidad, cuando ella es desocultada o, en términos de Heidegger, inventada.

También los pintores fueron conscientes de esto al sacar de su rutina o habitat semiótico los objetos de uso (unas botas de labriego, una rueda de bicicleta, un retrato de Marylin, la ronda nocturna, una pipa, un cordero, el grito de un rostro asustado…) para situarlos en un campo semiótico insólito, inadecuado, con el fin de, ‘extrañamente’, hacerlos ‘ver’. La dislocación semiótica así operada juega a las escondidas con la lengua y logra quitarle a la realidad su máscara sígnica.

En el caso del poema literario, el peor enemigo de su posibilidad artística es, por eso, la lengua ordinaria; pero esta es, al mismo tiempo, su gran, su único recurso disponible. Estorbo y reto, su faena consiste en desdecir la lengua para hacerla decir un decir nuevo, no ordinario. En términos de Yuri M. Lotman, el Sistema Modelizante Primario (smp) de la lengua ordinaria es “transubstanciado” al decir poético del Sistema Modelizante Secundario (sms).

También hay cámaras fílmicas que alcanzan a trascender su propio modo de percibir, caso en el cual logran leer lingüística o musicalmente, y no mostrar, la realidad, contrariando o superando su operación semiótica ordinaria. Cuando esto ocurre, la cámara está, por eso y también, en zona artística de vanguardia, creando.

Lo propio del lenguaje lingüístico es, pues, la lecturabilidad, su decir sígnico, no la mostración. Así que, cuando ocurre la mostración, la lengua lingüística ya está en zona de vanguardia, creando, por virtud de la contrariedad o superación de su operación lingüística ordinaria, mediatizada por la signicidad. 

Leer más

No hay comentarios: