1969
Roberto Carlos Rhenals Jimenez•Lunes, 25 de enero de 2016
Según mi abuela, el abuelo se iba para la montaña todos los días muy temprano desde aquel otoño de 1969. Cuando asomaba la luna regresaba con dinero y café. Lo primero que hacía al llegar desde la puerta de la casa hasta la sala, era colocar su revolvón sobre la mesa. Era un arma genial, una Smith & Wesson Chiefs especial.
Luego preguntaba por sus nueve hijos.
Mi abuela dice: Me caía una tembladera, puesto que tu abuelo era muy malgeniado y se la pasaba refunfuñando de todo. Ellos, mijo- ya están durmiendo. Respondí siempre con la mirada puesta en el revolver.
¿Y tú que haces despierta? Le pregunta:
Pero la abuela era más refunfuñona, le responde: - todos los días me preguntas lo mismo-. Falto.
Mi abuela lo sigue mirando fijamente desde el altillo de la cocina. El abuelo responde (entredientes), no sin antes quitarse esas apestosas botas y tirar sobre una silla la camisa diaria de trabajo.
Ya mis nueve hijos están durmiendo? pregunta de nuevo. - Si, dice ella. (Mientras echa los afrechos de café sobre la hierba verde del patio.)
Si un hijo suyo estaba en la calle antes de seis de la tarde, - decía mi abuela:
La plomera era grande en toda la región del Sinú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario