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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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lunes, 26 de agosto de 2013

La poesía en La Urraka

Bombero
                       
                          No es hermoso ser niños,
                         es hermoso pensar de viejos
                        en cuando éramos niños
                                                Cesare Pavese

               Para Otto Agustín Orjuela Rojas


Cómo nos gusta el agua cuando niños
verla a borbotones en las mangueras de las máquinas.
Yo quería ser como esos malabaristas
que la giraban en sus piernas en señal de arrojo.
Muy tarde vine a ver las crestas de las olas y sus monstruos.
Desempeñé el oficio de bombero en mis figuraciones por el fuego.

En la infancia
quería ser bombero
un bombero auténtico.
Mientras otros hablaban de Roy Rogers
o Santo, “El enmascarado de Plata”.
De las lecciones de historia o geografía.
Yo quería ser bombero
lo repetía en mis sueños
coloreando con lápices
la estación de las máquinas
del bombero Celedonio.
Así, me veía entre mangueras y cascos ideales
destrozando el fuego.
Despertaba con la fiebre de mi heroicidad
mientras el sudor salía de mi cuerpo.

En las tardes me daba cuenta que apenas era un niño
que retorna de la escuela con la mochila
en la que venía la harina de los panes.
Ahí llevaba mis cuadernos
mientras jugueteaba en los desagües
con mis zapatos de caucho.
Imaginaba un río caudaloso en mis dominios
como bombero de mi pueblo.

O bien me trepaba de pie en la cola de la máquina
bajo nubes que cubrían el territorio.
Distribuía el agua
con arrojo vencedor
ante el fuego y el grito
¡bebo sangre de toro en las mañanas!

Sobre el asfalto
imaginaba la ciudad en la que sería capitán de bomberos
y mi poder la manguera más soberbia
la más brava de las serpientes
la que me graduó de capitán.
Llevaré a mi rancho noticias jubilosas
solo valentía
de esperanza.

La verdad solo iba
por los acantilados de mis calles
creyendo ser bombero.
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Un niño en medio de cenizas

El niño se levanta de las devastaciones
de los que orinaron las cenizas.
Mira los pájaros inquietos
quiere desencadenarse de los ojos del luchador
sus ulcerados pies empujan un cuerpo agonizante en
medio de la brasa.

Ya no está el niño ni el paisaje,
Sólo alucinación
Palabras de combate escritas en las puertas caídas,
terciaron sus cananas y se adentraron en las selvas.
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La casa

Mi casa está en el patio de los otros
en las habitaciones que no jugué
en las ventanas por donde no entró el tiempo
en el agua del vecino
en el sigilo de la huida.

La infancia llena de bosques
leños que arden desde siempre
en una casa que se lleva el viento.

Mi casa está en las montañas
un aleteo de pájaros festeja mi llegada
se atiza el fuego y se habla con las sombras.
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Colibrí

El colibrí danza
en una seducción que lo contiene

Llega a lo que no ha tenido lugar
su danza pareciera detenida en la eternidad.

Escritor y poeta Celedonio Orjuela Duarte (Colombia)

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