Bienvenidos: Revista La Urraka Internacional


Portada:
Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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jueves, 22 de marzo de 2012

La narativa en La Urraka


RODRIGO, MI PAY DE LIMÓN Y YO

      --Rodrigo, ¿cómo estás? Te espero a las ocho con un pay de limón, ¿puedes? –Dijo Lucía con voz sensual, con la esperanza de verlo de nuevo después de que él tenía una semana de no haber hecho nada por llamarla.
     --Si es sólo para el pay, cuenta conmigo; no dispongo de tiempo para quedarme a cenar. Más tarde debo ir a una junta de negocios.
     De un tiempo a esta parte, siempre tenía una excusa para no quedarse a pasar la noche; pero Lucía no estaba dispuesta a terminar una relación de más de tres años sin haberle dado motivo alguno. Esta vez lo haría recapacitar. Iba a prepararle su postre favorito: pay de limón. Pensó en comprar flores, poner la música que a él le gustaba y crear un ambiente incitante al amor.
     A él le gustaba que el pay estuviera recién preparado pero a la vez muy frío. Salió a comprar los ingredientes frescos. No pensó hacerlo aprisa sino con calma para que le quedara como nunca. Tampoco iba a usar la base comercial que se vende en todos los supermercados, la haría con galletas de vainilla de una marca muy fina y las mezclaría con unas pocas de chocolate. Decidida a usar huevos frescos, no le importó atravesar casi toda la ciudad con tal de llegar hasta una pequeña tienda de productos de granja. Ahí los huevos eran muy caros pero las claras resultaban esponjosas y las yemas de un hermoso color dorado. También compró la mantequilla y los limones grandes y jugosos, con semillas, no los de injerto.
     Vio que se estaba haciendo tarde, así que en cuanto llegó decidió que no iba a comer para empezar enseguida. Trituradas las galletas, las mezcló con la mantequilla que había suavizado; cuando estuvo lista la base puso a licuar el jugo de limón, la leche condensada, la crema y el licor. Batió las claras a punto de turrón sin olvidar que a Rodrigo le gustaba más el merengue cuando le ponía una cucharada de agua helada en vez de vainilla.
     Mmmhh, de inmediato la cocina se engalanó de fiesta con el aroma que salía del horno. Mientras lavaba los utensilios, estuvo pendiente del merengue para que no se dorara demasiado. Puso el pay un rato fuera del horno, el que aprovechó para arreglar el departamento. Fue a sacar las velas nuevas y el mantel veneciano; pasó la aspiradora y luego se puso a seleccionar los discos. Escogió las copas azul celeste con orilla de oro, de estilo árabe. Arregló las flores en los búcaros, con agua y unas gotas del perfume que él le había regalado el año pasado. Todo estaba espléndido. Metió las copas en el refrigerador y el pay al congelador para que se formaran gotitas de miel encima. Sin duda era su mejor receta; incluso sus amigas cuando la invitaban a una fiesta le pedían que llevara un pay aunque hubiese pastel. Poco a poco la había ido perfeccionando. 
     En cuanto llegó Rodrigo, más tarde que nunca, sacó el pay y lo puso en la mesita, con dos sillas, justo donde se abrían las hojas de la cortina y podía verse el jardín iluminado. Colocó los platitos y cucharas dorados y sirvió las copas. Los discos de música romántica ya tenían un buen rato de estar tocando. Para no aburrirse en esa larga espera, Lucía estuvo dando los últimos toques a la decoración cambiando los cojines de lugar.
     --Creo que se me hizo un poco tarde, pero no quise perderme una rebanada de tu pay de limón. ¡Se ve estupendo! –Fue lo único que dijo al entrar, sin mirarla a la cara ni mencionar su nombre. Dirigió su mirada a la mesita donde siempre saboreaban el postre y allá se dirigió. Ella tenía cortadas las rebanadas así que enseguida le sirvió la primera que bien sabía que no iba a ser la única. Lo vio comer, esperando que se diera cuenta de las flores, la música y de todo cuanto hizo para agradarle.
     Apenas había comido los primeros bocados cuando sonó su celular. Lo notó turbado al ver quien lo llamaba. Se hizo la disimulada cuando él le dijo que tomaría la llamada en la cocina. Lucía fue a acomodar el saco que Rodrigo había dejado, al descuido, sobre una silla. Un sobre rojo asomaba por una de las bolsas interiores. Lo abrió con rapidez. Era una tarjeta con un dibujo muy sugestivo, tanto como lo que estaba escrito: Ro, te estoy esperando… trae mucha, mucha champaña, y como firma unos labios estampados en un rojo escandaloso.
     Conteniendo la rabia, regresó a sentarse. De la cocina llegaba su risa insinuante, aquella que ella bien conocía cuando le hablaba de amor…
     --Era de la oficina, me están esperando con urgencia –dijo, cuando regresó a la sala. Aún tenía las mejillas ruborizadas y los ojos chispeantes de excitación. Se sentó, y con prisa pidió otra rebanada.
     --Has superado el grado de perfección al que me tienes acostumbrado, Lucía, te quedó mejor que nunca.
     --¿Si? ¿Te parece? ¡Pues llévatelo a la “oficina”! –Le dijo con voz melosa mientras le daba el saco, abría la puerta y lo mandaba al diablo.
     Cuando cerró fue a tirar el frasquito vacío de un poderoso laxante. Su sonrisa tenía un brillo especial.

Escritora y poeta Ruth Pérez Aguirre (México)

La palabra que trasciende en La Urraka



EL ALETEO DE LA MARIPOSA 

Creí que estaba en reposo la nostalgia,
pero en algún lugar del universo
aleteó una mariposa.

Como un río viajando por su cauce,
la mente esculpida a cada instante
timonea emociones en la rutina.
El caos acecha transparente,
lo simple se vuelve complejo
lo equilibrado comienza el desorden ,
lo invisible se presenta inexorable.
                                                           
Porque la nostalgia es perversa, parásita, seductora.
Omnipresente, se mezcla con el flujo de la sangre,
con el aire que inspiramos.
El bello paisaje se cubre de neblina,
la música escuchada proviene desde                                        
las sombras
y pinta las caras extrañas que deambulan por las calles,
entonces...
El poema es incipiente y el temido llanto asoma.
                                                                                                             
Creí que estaba en reposo la nostalgia,
pero en algún lugar del universo
aleteó una mariposa.                                                                        

Escritora y poeta Ana María Manceda (Argentina)

domingo, 18 de marzo de 2012

Poesía erótica en La Urraka


Flor escarlata

Hay un ojo espía en el hueco de la pared
Y por él se va toda la gracia de esta rosa roja que
tengo en mi mano para darte,
flor escarlata llena de rabia,
Como si a alguien le importara mi verdad
O como si la verdad existiera,
Siempre en la misericordia y redención
De no ser dueña de nada,
Nunca de ti, ni de mi verdad,
Ni de mis manos parias que atrevidas regalan rosas rojas,
ni de mi reputación o cualquier otra cosa que parezca mía.
Sólo dueña de un silencio que no he encontrado,
Del espejo derretido en las distorsiones de mi credo,
Del hueco que me mira en la pared vecina.

Poeta Anabel Manjarrez (Colombia)

La fuerza de la poesía en La Urraka


BLUE MONDAY

Hoy es un día clave para los que buscan morir.

Nada nos amenaza más que un sueño.

Es lo de siempre, un sueño.

Unos prefieren la pesca,
otros el camino.
A veces es fácil olvidar.

Fuera de toda cosa esencial
solo Dios nos puebla.

Tuvimos ríos, batallas, descansos,
la fe desde una piedra.
Sólo aprendí que por respeto
un hombre debe callar.

Gritar a veces con silencios
o sangrar cada mancha de luz
hasta cansarnos.

El martes ya no depende de nosotros.

La ausencia nos ocupa desde la maternidad
tarde o temprano pocas son las cosas voluntarias.

Poco es el amor.
Poca es la patria.
Poca la casa de cada hombre.

Como por deducción
nunca se está en mejor lugar que en otro cuerpo.    

Poeta Yosie Crespo (Cuba)  

lunes, 5 de marzo de 2012


Poetas de Los 50, ¿prisioneros de duros espejismos? 

Por: VICTOR LOPEZ RACHE*

      La poesía carece de época y edad, lugar y género… ¿cómo opinar sobre la generación de la porción de tiempo en que uno ha nacido? Sin embargo, nos hermanan circunstancias externas a la poesía. Violencias simultáneas, travesías por los altibajos de una realidad alterada; en fin, debemos crear en una época de veloz transición tecnológica, cultural y visual que, día a día, genera cambios en la forma de abordar lo inaprensible de nosotros mismos.
      ¿Hubo la reacción que toda generación debe tener con sus predecesores? Fue tímida en la concepción del mundo y notoria en la construcción de la frase, el tono y el manejo de la palabra. A movimientos anteriores el despliegue de sus hazañas humorísticas les permitió el triunfo gracias a la seductora espontaneidad que, irremediablemente, con el paso de los eventos se hunde en la nada. Esta experiencia aconsejaba aproximarnos a la poesía de manera individual y discreta. La gama de lecturas a nuestro alcance nos salvó de ser imitadores fanáticos de figuras internacionales de culto. En la juventud ya habíamos comprendido que es mejor ser un poeta –sencillamente poeta– con una voz propia que un famoso con visiones y sonoridades prestadas. Siendo sinceros, no alcanzamos el ostentoso título de relevo generacional.
      Leímos, no para ver nuestros poemas como los únicos, sino para entender que antes de nosotros en Colombia existía la poesía, algo grave de aceptar en un poeta joven. Nos habían precedido Roca, José Manuel Arango, Quessep, Obregón, Cote Lamus, Mutis, Aurelio Arturo, autores fundamentales y, si la poesía se pudiera medir en años, bastante cerca a nosotros. Tan cerca que en pocas décadas se sabrá quienes, del siglo XX, fuimos poetas y quienes fuimos tenidos en cuenta porque teníamos acceso a editoriales, universidades, amigos, influencias. ¿Será que no se salva ningún poeta de los nacidos en el lapso propuesto por Luna Nueva?
      La incursión de la poesía escrita por mujeres logró consolidarse gracias a su visión del mundo, a su autenticidad, a su preparación intelectual. Se expresan con libertad y no acuden a sensibilidades adquiridas en la subasta de las glorias de la poesía; lo confirma la obra de Piedad Bonnett, Amparo Inés Osorio, Orieta Lozano, Mery Yolanda Sánchez. Claro, en antologías y selecciones, a cambio de ciertas famas, uno quisiera ver más, por ejemplo, a Clemencia Tariffa, Nana Rodríguez.


* Escritor y poeta (Colombia)

La prosa en La Urraka



15/9 (inspirada en 26/8)

Las ideas son como peces para David Lynch, quien tiene una sensibilidad especial para el esclarecimiento de los sueños. Y lo notable no es tanto la armoniosa y certera imagen metafórica que nos regala el brillante cineasta sino la posibilidad de vislumbrar su acuario.
Imagino un ejército de astronotus marcando territorio en su mar expresionista…

Nos conocimos en el 109, unos días antes de la primavera, durante esa semana en la que vibran y vuelan los pañuelos descartables. Fue justo a la altura de la Facultad de Medicina, como si un poético destino quisiera jugar a curarnos de nuestras soledades. Cuando miraste hacia el interior del colectivo mientras tu maratón de monedas despertaba a quienes dormían desde el Luna Park, todos nos dimos cuenta de que buscabas a alguien y que, al mismo tiempo, tus ojos se escapaban por las ventanillas.
No sé cuántos asientos contenía el ruidoso medio de transporte, pero éramos tantos los pasajeros, que por poco no había alguien sentado encima del colectivero, quien movió una pieza fundamental al pedir que diéramos un pasito para atrás. Los pasajeros de la última fila que milagrosamente permanecían en estado de vigilia temblaron por el miedo a ser aplastados. Entonces te escabulliste entre dos hombres inmensos y terminaste a mi lado. Yo estaba leyendo Cien años de soledad (o, mejor dicho, recorriendo Macondo con un grupo de gitanos) y García Márquez hizo silencio con un punto final para que pudiera contemplarte.
Te miramos con Gabriel y el colectivo se llenó de humedad. ¡Era insoportable el sopor! Tuvieron que abrir unas cuantas ventanillas para que no faltara el aire. Y a pesar de esto y del libro sosteniéndome del mentón por lo apretado que estaba entre cuatro espaldas diferentes, yo respiraba con una tranquilidad onírica. Los bufidos, las quejas y los insultos no bloquearon mi mente y se dispararon tantas preguntas sobre vos… ¿Quién era yo para no mirarte si estabas ubicada estratégicamente para enamorarme? ¿Qué derecho natural tenía a refrenar mi instinto de atracción?

Escritor y poeta Pablo Mariosa
(Argentina)

La poesía que todo lo ve



FRANJA DE MUERTE
(En honor al heroico pueblo Palestino)

Tus lágrimas y las mías desbordando el cataclismo de la vida,
Arremetiendo con furia sobre la nocturna vigilia de los sueños,
Apacentando la alegría de ver morir los días y el sufrimiento,
El dolor acechando como un lobo a la espera.
Tus lágrimas y las mías unidas por el infortunio de ver caer las hojas de la tarde
Sobre el velero del deseo.

Inquebrantable, traslucido como la hoguera de tus ojos,
Las lágrimas hacen eco en la antesala del silencio e irrumpen ante el vendaval de la desdicha,
uniendo nuestras vidas en un monótono dolor que se acrecienta en el recuerdo.
Tus lágrimas y las mías revestidas de acero, de dagas, ante el ocaso de una
Utopía que hizo caminos en la piel…árido desierto de tierras lejanas,
De figuras celestes, de poemas que se mancharon de sangra y vituperio
Cuando la muerte penetro la tarde y tú y yo nos vimos lanzados al abismo.

Tus lágrimas y las mías son el eco vespertino de la guerra.
Sin dimensiones, sin fronteras, la guerra arrastra tras de si un caudal de miseria.
Palestina grita, se agita, convulsiona luchando por la tierra.
Franja de la muerte, gaza.
Tus lágrimas y las mías anudando una esperanza,
Cuando en mis manos tiembla el fusil
Y se que la muerte acecha.

Poeta Gildardo Isidro Gutierrez Isaza
(Colombia)

El álbum de La Urraka


El símbolo de Francia fue inicialmente denostado por su conciudadanos que vieron en aquel amasijo de hierros algo totalmente en contra de la elegancia del París de finales del siglo XIX. A punto estuvo de ser derribada, pero su utilidad para la instalación de antenas en su cúspide sirvió para que, con el paso del tiempo, se le diera el valor arquitectónico que hoy mundialmente se le reconoce.

Tomado de www.taringa.net

La diciente sencillez de la Poesía



LAS MANOS

Las manos son las flores; las caricias, los pétalos
que salen de las manos y perfuman los cuerpos.
Las manos son las flores más hermosas que existen
y a veces las cambiamos por flores de floreros.

Las manos, nuestras manos, ramos de cinco flores.
Las manos, nuestras manos, sugerentes y únicas,
que pueden hasta el fondo llegar de corazones
si escriben con perfume que se llama ternura.

Las manos, que se usan como transporte a veces
porque parece poca cosa entregar las manos
y no hay cosa más grande que nuestras manos puras.
Cuando sabemos darlas, son el mejor regalo.

Las manos, esas flores que nunca se marchitan.
A veces arañadas, sudorosas y sucias.
Que son siempre las mismas en los mismos jarrones
y son siempre distintas sobre la carne tuya.

Poeta Rafael de Dios García
(España)

sábado, 3 de marzo de 2012

El ensayo en La Urraka


EL ÉXITO DEL FRACASO:
LA GENERACIÓN FALLIDA

Por: Hernando Guerra Tovar

“Si hubiese sido posible erigir la Torre 
de Babel sin subir por ella, su construcción
nos hubiese sido permitida.”
Franz Kafka

Tal vez el mayor reconocimiento que se le puede hacer a una generación estética es su fracaso frente al sistema de  producción, cualquiera sea la fuente política, religiosa o filosófica que lo sustente y el orden económico mundial de su momento histórico. Y no puede ser de otra manera toda vez que la poesía es subversiva en su esencia y entre más distancia o resistencia tome respecto de la sociedad, mayor es su posibilidad de fallo. El éxito del sistema económico y político es directamente proporcional al descalabro de la posibilidad artística.  
En este contexto se sitúa la auto denominada Generación Fallida, grupo al cual pertenece el Poeta, escritor, abogado y divulgador cultural Juan Carlos Céspedes Acosta, con sede en Cartagena de Indias y en el Portal la Urraka de la Red, integrada por los poetas y narradores reseñados, quienes publicaron en  Ediciones Pluma de Mompox S.A de Bogotá, la antología que lleva su nombre. Por su extensión e importancia, nueve integrantes, dividiremos la publicación en tres partes. Aquí la primera.

 JUAN CARLOS CÉSPEDES ACOSTA

      Un sentimiento de ironía recorre la palabra de Juan Carlos Céspedes Acosta. El ser constreñido por el entorno, por una realidad excluyente  que lacera su esencia, es en este autor motivo poético del que observa y denuncia. El lector encuentra en su poética la marginalidad del ser, su devenir histórico de aislamiento. Tal vez la separación ontológica, el pecado genésico, concurra en la poesía de Céspedes Acosta para recordarnos la tragedia del hombre enfrentado a sí mismo. La ausencia como principio de escasez predomina en sus textos. La soledad del poeta, la inanidad de su accionar en un mundo que no le acepta, que no le lee, que ni siquiera asiste al recital gratuito en donde anhela compartir su sueño, es la soledad del hombre, la escisión, la fragmentación del ser, el rechazo del otro: “Sólo han venido cinco chicos a escucharme / Para nadie fue noticia la lectura de mi poesía / alcé mi mano libre y dije // De aquí no se va nadie / Que ahora somos suficientes.”,  (5  pm Patio / Poesía). Poemas como “El último héroe”, “Mi último atavío” y “Cabina 12”, son tres cantos tristes, casi Elegías, de una misma angustia existencial, el desamparo del hombre en un entorno de separación y distancia: “Carpintero / Olvida en tu memoria la madera / Espera que vuelvan los ojos de buscarme / Cuando veas claveles en mis manos / Sabrás que puedes reiniciar tu tarea.”, (Mi último atavío). El destino de Sísifo no es diferente al destino del leproso, al del poeta, ni al de nosotros. Todos asistimos al mismo castigo, pero más que un castigo de los dioses, esta condena habita en nuestras propias conciencias.   Cuando el hombre es consciente de su destino,  empieza su dolor. Pero el dolor, como dijera Camus, hace posible también la dicha en términos de propósito: “No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.”  Y el poeta Céspedes Acosta, en su palabra diáfana como la luz de la noche, nos dice:” Quizás  lo que realizamos piedra arriba / sea el eterno descifrar del paso olvidado / donde encontraremos las claves precisas / para que algún día la roca ocupe su lugar en la cima” (Sísifo). 

RUTH PATRICIA DIAGO

      Una poética del cuerpo entre la cotidianidad citadina es el cuadro que nos presenta la palabra de Ruth Patricia Diago. Un mundo de alegría fluye en sus versos en un lenguaje ágil, libre y decantado. La fiesta interior del ser extiende su flor cálida de sol y brisa. Si extender es el verbo del amor en contraposición al miedo que induce  proyectar, entonces aquí hay amor percibido en el entorno feliz del tiempo: “Olaya y sus ruidos / rodeando las mejores horas.”  Cuando hay paz interior el mundo sobra, pareciera decirnos la poeta. “Y este cuerpo que recicla sus placeres / es servido a voluntad y sin remilgos de tiempo.,” puntualiza en Abstracciones de lego, texto en el que, como en los otros de la muestra, el tiempo discurre hecho motivo. El tiempo es cambiante. Ello lo diferencia de la eternidad que es inmutable. Por eso la alegría iniciática se trastoca en angustia en Rescoldos, donde Ruth Patricia enseña su perfil existencial: “Sólo resta el desencanto  / irrefrenable de tantos años.” Y la cotidiana vida de uno y de Ellos, los otros. El tendero, la cama, la caja de fósforos, las bolsas para la basura, las prendas interiores, el padre y Vivaldi; universo coloquial, sencilla vida en un erotismo sutil que fluye  gracioso. Ellos, los otros, cumplen la cita del ritual entre la hierba “en busca de luz”.  Bello relato erótico entre el tiempo del ser en su plenitud del entorno sencillo de las cosas propias y del otro, la poesía de Ruth Patricia Diago. 



DIARIO INVERSO

A Damiano

Ecco lo splendore del primo giorno
dopo il buio serrato nel grido
di tutta la mia vita radunata là per accoglierti.
Ecco l’attimo del “sia la luce”
nell’aprirsi dei tuoi occhi
nel dilatarsi dei polmoni al passaggio
dall’acqua all’aria e il pianto inconsolabile dello strappo
- dopo milioni di anni impreparati ancora al nascere
così come al morire.

Sotto la lingua di muschio della notte
l’intimità del mattino è un abbraccio
senza il calore delle braccia
eppure tintinna e porta un tempo nuovo
a ciò che manda avanti il mondo
e al nonostante che ci fa belli.

Nessuno può negarmi la pace
e nulla può darmela
posso solo raccoglierla
all’imbrunire del canto
quando l’oscurità manda in frantumi la luce
la stanchezza mi rende roca la voce…

A Damiano

Llega el esplendor del primer día
después de la oscuridad cerrada en el grito
de toda mi vida reunida allí para acogerte.
Llega el instante del “sea la luz”
en el abrirse de tus ojos
al dilatarse los pulmones en el pasaje
del agua al aire y el llanto inconsolable del desgarro
después de millones de años mal preparados aún frente al nacer
así como al morir.

Bajo la lengua de musgo de la noche
la intimidad de la mañana es un abrazo
sin el calor de los brazos
sin embargo tintinea y lleva un tiempo nuevo
a lo que hace avanzar al mundo
y a ese aunque que nos hace bellos.

Nadie puede negarme la paz
y nada puede dármela
sólo puedo recogerla
al anochecer del canto
cuando la oscuridad hace añicos la luz
y el cansancio me deja ronca la voz.

Escritora y poeta Lucianna Argentino
(Italia)
Traducción: Flavia Vendittelli
(Italia)

viernes, 2 de marzo de 2012

El arte de la fotografía en La Urraka


Nombre: Naufragio
Autor Juan Carlos Céspedes

Poesía que cruza fronteras



SUBSISTENCIA

Tan   mojada      y     tan   desnuda
Vive  colgada  en  un hilo  de  baba
          en  la  esquina  del  planeta
Su  inspirada  boca  de  dos  lenguas
           busca  a  tientas
en   la  espesura  de  la  noche  huraña
algún  distraído  insomne  deambulando
El  viento  irónico      tiembla   en  las  palmeras
          Latiguea  la  llovizna  en  el  vidrio  biselado
Tuerce   árboles,  rompe,  desgaja  ramas
          Arquea   y  deforma  siluetas
La  luz  bamboleante  de  las  tulipas  verdes
         oscila  y  salta  de  pared  en  pared
Relampaguea  soberbia  la  tormenta
         en  la   acústica  del  espacio
La  trama   viscosa  de  los  filamentos
se  balancea  invencible
          con  su  geometría  en  suspenso
Su  cuerpo  contráctil  de  verdugo
          se  desliza  en  el  vaivén  de  la  intemperie
Y   espera         paciente  y  astuta        espera
           en  las  fibras  húmedas  y  brillosas  de  la  trampa
                        El   calambre  eléctrico  de  su  presa.

Escritora y poeta Josefina Fidalgo
(España)

jueves, 1 de marzo de 2012

Poesía para el mundo en La Urraka



ENIGMA

Hoy, viernes de inventarios,
de luto enaltecido.

- Doliente Ginebra de preguntas –

Distantes,
Incallacta y los Sertones.
Lejanos,
Popol Vuh y la Araucana.

- ¡Ay!, Borges de las dudas:

Encontré en las nieves del destierro
la estirpe de tu voz
tañendo
su postrer laúd
al bucanero.

Descalza roca gris,
¡Las grutas de Calvino!

Bienestar insaciable
que abjura las nostalgias.

(Sutiles laberintos
de báculo y soberbia).

Los Alpes que ignoraron
el vibrar de un galope,
no son vientos que nutran
a un Martín Fierro sencillo.

- ¡Ay!. Maestro de la espera.

Sacerdote supremo
del ritual de la búsqueda.

Hoy poso mi homenaje
al pie de tus pirámides,
e invento un árbol noble
para algún peregrino.

El supremo sendero
de algún americano
que no porte raíces
al sacro Macchu Picchu,
- quien sabe entre lo ajeno –
podría transmigrarse
¡en un altar sin dioses!

Escritor y poeta Edmundo Torrejón Jurado

Amigos de La Urraka



“Gris”

Voces, cruces, como grandes mundos de madera, con hombres clavados en la espina, en sus extremos lastimados, siguen repitiéndose los ecos moribundos, vagos y allí dentro, en su plenitud, efigie de líquidos, océano de benditos, las páginas completas, flotan dolientes, sufren la verdad y la plaga zambulle cualquier pequeño pasito, desvaída la huella del confesionario celeste, perplejo el viaje, las manos de encapuchados y divanes griegos, suman el regreso a nuestra fuga, combinadas las lenguas, retorcidas en choque y bajo la dimensión relacional, convencida del teorema, el miedo relevante de este campo clásico, diseñado para germinar la vida, hunde y eleva el fracaso etéreo.
El eje cíclico, eleva y hunde, el fracaso eterno. 

Escritor y poeta Daniel Rojas Pachas
(Chile)