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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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martes, 17 de agosto de 2021

Poeta Julio César Arciniegas Moscoso

Julio César Arciniegas*

Del libro inédito Poema de las cosas

En el horizonte

I.

Mientras cierran el horizonte todo

Sucede

Aún es de noche ya va concentrándose

El pavor.

El suelo solo piensa en caer entre

Los ojos y la irrealidad.

El olor de los nombres hechos

Y en tu boca es todo.

El brillo de las puertas ignoradas.

O del cuerpo alabado ante la

Podredumbre.

Y el espasmo de adentro.

Luego su  lugar bajo la espesura

Una muestra entre  los espejos del 

Vino.

Y las posturas de aromas en el

Sueño.

En ti la claridad

A golpes el mar sueña las

Magnificencias de la cal.

Y las filiaciones de los peces

Vuelto a cada viento.


II.

La guerra ha sido una pregunta,

Afuera de los círculos cerrados

De los que pasan sacándose 

Los humeros.

Acusando un ulular de sirenas.

Esta oleada que desprende las 

Coyunturas, donde los dolientes

Solo ven en el humo subido a

Los ojos de los despojados un 

País sin nadie.

Un ciego país que al avanzar más

Allá de  la creación de los sueños

Se conoce.

Donde mismo descienden las

Escalas de los difuntos.

Entendí la fe como un abrazo 

De los tendones.

Describo el verso buscando lo

Imposible,

De las conjugaciones de las tropas.

Y se ve el arte cuando abre

El hambre de todos.

Entonces comprendí juntando.


III.

Los enterradores de pactos.

Al alzar las horas que alientan

El fuego, endurecidas por la 

Ingratitud de las estancias.

Por los caminos borrados

Así mismo.

La revolución que todo hombre

Apaga dentro del ojo.

En las corrientes entendí el valor

De la promesa hecha.

O el poder la usura tejiendo

La memoria de la fruta.

O el oblongo Dios de papel

 Y he entendido al padre que me

Enseñó todo.

Con la mano sobre mi hombro me

Enseñó el sabor de inutilidad del

Tiempo.

Parado en los deslumbrantes estribos

Del fondo.

Sudando a causa de los aromas decaídos.

De espaldas al mundo.


IV.

O señalando el encuentro improbable. 

La unidad de la lluvia hundida en

La cerca.

Por detrás de las púas donde daba

El café su flor.

Entonces solo entonces entendí lo

Que nos prepara la muerte.

Y el centro de la tarde al fin

Le transforma el camino de verdad.

Por campos moviéndose a la luz

Donde se siembra en la altura.

Entendí la incuria de la piel y la

Memoria que perdona los 

Abusos.

Nos morimos adentro sin remedio.

Basta tan solo con la sangre

Sobresaltada.

No basta siempre el honor de la

Palabra oída allá arriba.

Las cargas de la palabra disolvencia

Escalando oscuros deberes.

La magia de los puntos para la 


V.

Distribución de los promontorios

Entendí el saldo mismo de los

Homicidios.

Lo no aprobado en los desenlaces.

La curva de la tierra en la

Espalda

El labrador que pasa hundido en la

Semilla.

Que desde su sombrero saluda,

Descalzo los repechos, regados en las páginas.

Y los levantamientos que completan

La vida donde comienza el muerto

Diario.

Entendí las puertas aquejadas,

La inminencia del símbolo.

El sol que sabe desde lejos

Los usos de la sal.

La certeza de los humillados,

Su furia creciendo sin remisión

En un punto de las filas.

Entonces solo entonces comprendí

Los fusiles respondiendo a la

Sorpresa.


*Julio César Arciniegas, de la ciudad de Bogoya, reside en Rovira, Tolima.


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