A los amigos
Ellos, los habitantes del empinado y estrecho sendero
que bordea el abismo profundo de la soledad y el desasosiego.
hábiles canoeros que surcan el océano, para ellos siempre vivo,
de la esperanza y la falsa calma ¡más nunca! del franco desespero.
Gráciles siluetas de perenne brazo extendido al horizonte,
Rematado, a veces, con la palma de la mano extendida en modo rescate,
En ocasiones con las falanges inclementes del dedo índice anunciando el “te lo dije”…
Pero en la mayoría de oportunidades, listos a fortificar con el abrazo y un fuerte ¡agárrate!
Salvavidas nombrados en propiedad por Cronos y Jonás.
Rescatistas certificados para actuar en las aguas arremolinadas del común vaso de agua,
Donde vive en algarabía constante el líquido, alto en espuma, compuesto por una mar de lamentos.
¿Acaso no acudieron en el último instante?
Arrebatándote del poder macabro de los sufrimientos.
Pregoneros del más delicioso café de las cinco de la tarde,
Malandrines cómplices de mis mejores momentos y tertulias,
Comerciantes anónimos que guardan la chaza de cigarros en el bolsillo o el bolso,
Alcahuetes inatajables de gestos y miradas, cargadas de alegría y lujuria.
Esparcidos pero vigentes por todo el globo los míos están
¿Acaso debo recordad muchachos el eterno juramento, mudo pero tácitamente fiero?
Aquel que reza: Guardad nuestros momentos y secretos en el infinito diván,
la barraca de los sellos inviolables, donde existe lo que solo a ti y a mi corazón confiero.
Poeta Ramón Alexander Moreno Suárez
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