¡Y TODO EN LOS RESQUICIOS DEL ENIGMA!
¿Puede medirse la versátil onda
Que gentil pulsa el tambaleante vuelo
De la frágil, inquieta, mariposa?
¿El tenue brillo que a la gota de agua
Transforma en arco iris cristalino
Será, quizá, de aquel sutil origen,
Que fue útero al cromo de la aurora?
¿O es tenue suavidad de brisa niña
En el jardín que acoge el dulce giro?
¿La caricia inefable del aroma,
El titilar inquieto del lucero
Y el hermoso parir de la crisálida?
¿Esos misterios, acaso, son de origen divino?
¿Concitan fuerzas del arcano ansioso
Creando ensoñaciones y portentos
Al diseñar colores infinitos?
¿Surgen del vuelo, el canto, el nuevo giro,
Los cadenciosos ritmos de la brisa
Aromada con flujos del rocío?
¿En hojas ateridas por las frías mañanas,
Viene, quizá, el toque diminuto
De la gota cargada con colores de estío?
¿Llega el vaivén danzante perfumado por lirios
En suave beso al resurgir el día,
Del centro único, pletórico de magia,
Encintando simientes tales, nuevas,
Nacientes eclosiones de luz, amor y vida?
¿O es la vida, apenas, movimiento,
Forjando lo ambiental, la forma solo?
¿O algo hay, más allá,
Adherido en el nombre,
Tramado en lo existente
De la hondura fugaz
De su propios orígenes?
Cual locos trashumantes
Buscamos las respuestas
Por milenios inscritas en tablillas
Con cuneiformes signos
De impenetrable reciedumbre,
Donde reposa, envuelta
En tules ancestrales,
La impenetrable, oscura, interrogante.
Y al escudriñar los ángulos
Del secreto escondido en aquellas pirámides
Erigidas en la tibia querencia de las ansias,
Nos ciega el brillo inesperado.
Gemimos, confundidos, ante la muda cripta;
Y se reinicia a ciegas la larga caminata
Por selvas de locura.
¡Nos ahoga, omnisciente,
La íntima sensación de caer al vacío
Ansiando los secretos
Que nos niega el enigma!
Escritor y poeta Eleazar Esponoza Hernández
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