Bienvenidos: Revista La Urraka Internacional


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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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lunes, 24 de marzo de 2014

Roxana Heise, de Chile en La Urraka


En medio de la extrañeza 
 
     Quizá en lugar de observarlo con expresión melancólica debiera decir algo, cualquier cosa que entonces hubiera callado por dolor o frustración.  Él, sin mover un músculo del rostro ajado por el encierro, apenas recuerda que planeó matarla alguna vez y arrojar sus restos al río del olvido. Ella se desdobla, retrocede en la máquina del tiempo, corre descalza sobre la hierba húmeda respirando el aroma de naranjos, mientras él, muerto de deseo, va pisando sus talones paso a paso con rumbo hacia el refugio. Luego  la intensidad, la vida que te cobra y los reproches: ¿cómo pudiste? Si al menos ella lo hubiese muerto primero, habría evitado mayores tragedias. 

    Su rostro viril e inexpresivo, parece intacto bajo la huella de una promesa que se llevó el viento. Vuelve a sentirse joven, ligeramente bella, casi otra. Perturbada, se sienta en la reposera de sus tristezas, mientras una arruga arremanga el ceño fruncido de un sueño lejano. Seríamos felices ahora, intensamente felices quizá, de no ser por aquello.  ¿Algo a tu favor? Silencio. ¿Cómo pudiste? Ella muerde su labio inferior, él rasguña el calendario tachado día tras día sobre la pared, con la tinta permanente de la culpa… No quería pensarte, lo juro, ni encontrarte aquí en medio de la extrañeza… 

     La tupida barba viene a confirmar la condena y posterior pena de cárcel. Yo te amaba, mujer. La esquirla grave de su voz juguetea en su escote aún sensual, mientras sus manos de viuda negra tiemblan al reconocer la fotografía del viejo periódico, que en letras grandes dice: Homicidio calificado. Si al menos ella lo hubiese muerto primero en defensa propia, pero el amante, ese ocasional y furtivo lazo que ata sin anudar… Cómo pudiste, se culpa en soledad, en medio del rito obligado del viejo baúl, en donde cada año vuelve a encontrarlo intacto con todo y condena, como un eterno y maléfico ciclo. Sus manos temblorosas sostienen apenas las hojas del gastado periódico, desearía poder recuperarlo, volverlo a la vida como entonces lo arrastró hacia el abismo, camino hacia el refugio, con el deseo a cuestas el amante furtivo y el marido, ese que siempre se entera por terceros, y que ahora les pisa los talones… 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si abro mis ojos lectores, recuerdo que Roxana Heise comenzó como poeta, luego su labor literaria trabajó microcuentos, relatos largos y cuentos como el que en esta publicación nos regala.
Roxana es una escritora que va más allá del tan pegado barroco de nuestra literatura; según nos enseña y critica Pedro Morandé. Gracias por esta muestra.

Alfredo Lavergne