Eduardo mira triste la luna caer sobre los gatos
y a los gatos saltar sobre sus años.
Perdigones como lágrimas, diría el médico
perdigones como lágrimas, repetían las tías en voz baja.
Él lloraba.
Fue su amigo, su vecino
quien disparó sobre su espalda
con esa irreflexión tan propia de los quince años.
Eduardo aún recuerda
cuando deambulaban juntos por las calles
y las muchachas pasaban con sus vestiditos cortos.
Recuerda también
hoy cuando no hace más que recordar
un sonido de película de gánsteres
un dolor agudo, luego gritos
Y desde entonces
esa silla cromada
esa silla.
Escritora y poeta Rosemary Maciá Villanueva (G.F.) Colombia
1 comentario:
Rosemary, qué final le diste. Buen poema, te felicito
Desde Argentina
Lily Chavez
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