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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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martes, 15 de febrero de 2011

El poder de la palabra en La Urraka

Barricadas:
Informe de la situación

«Aquí no queda casi nada en pie», canta Víctor Heredia y de seguido jura a la multitud reunida en el Teatro Ópera de Buenos Aires:

«Ya no tengo la paz de los vinos
del mes de enero».

Joan Báez se abre paso en la noche con una declaración de fe y constancia cuando dice:

«Yo vengo a hablar por
vuestra boca muerta».

Y la multitud deja sentir una ventolera azul que golpea contra los corazones que esa noche gritan al unísono: No nos moverán... No nos moverán...

Hermosas canciones de barricada. Testigos de otro tiempo.
Días en los que era posible mover el mundo con una canción.
Sin embargo, las cosas no han cambiado tanto, pero las canciones de barricada “pasaron de moda”. Al menos eso dice Mercedes Sosa. Y le escucho en La Capilla del Hombre cantando Gracias a la vida, de Violeta Parra. Es curioso, esta mujer (Violeta) se dio un disparo después de escuchar su mejor canción.
Es curioso.
Pero no voy a festonearme el cerebro con la pólvora.
Esta no será mi última noticia.
Antes quiero dejar constancia.
Cuando apenas tengo qué hacer. Ni con quién.
Apenas puedo reconocerme en la consagración de una palabra que no me pertenece.
En mi pensamiento cuantificable, golpea. Me aturde como una nota entonada fijamente. Y mi palabra se niega a los golpes de efecto y a la tronadera de los aplausos.
Es una palabra “pesimista” y de “fino lirismo, con un marcado tono íntimo”. Podría creerse que hasta se desentiende sino fuera porque informa de la situación: Aquí no queda nada en pie…

O casi nada.

Difícilmente podría brindar por «la paz de los vinos del mes de enero» sin levantar sospechas entre los míos.
Negados a seguir cantando.
Con la lluvia de Amanda golpeándonos en el rostro.
Con los cuchillos en el pecho «como un río de tigres enterrados».
Con las manos de las madres ardiendo en las cenizas.
Los días en las estaciones a la espera de que suene un disparo en primera fila. Y mis manos comiencen a arder entre las cuerdas. Contra un mar de plomos derretidos. Y mi voz ya no pueda seguir lógica, enfebrecidamente al trovador. Porque será mi voz —y no otra— la que se alzará sobre la multitud. Contra el fuego cerrado de las miradas enemigas. Contra el odio reglamentado. Haciendo un informe de la situación: Aquí no queda nada en pie. Salvo mi voz tan parecida a una canción de barricada.

Escritor y poeta Luis Yuseff (Cuba)

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