Bienvenidos: Revista La Urraka Internacional


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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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sábado, 20 de junio de 2015

El cuento de La Urraka


EL PALO DE CAUCHO

Por Sanders Lois Lozano Solano

Una de aquellas tardes calurosas como las que se presentan en Cartagena para el mes de julio iba caminando por el Pie de la Popa y me encontré a un señor de barba blanca sentado en una banca cerca a la iglesia de la Ermita. Lo reconocí de inmediato, se trataba de mi profesor de ajedrez, un anciano septuagenario de origen árabe que mi papá había contratado para que nos enseñara, a mi hermana y a mi, las estrategias sanguinarias de matar al enemigo con la frialdad de un calculista. 

Lo recuerdo decir: el ajedrez se trata de ganar con el menor número de pasos, se trata de matar a tu enemigo antes de que empiece a jugar, antes de que sepa que está perdido. El ajedrez se trata del arte de matar a tu enemigo con la frialdad de un calculista. 

En mis recuerdos esta que siempre andaba bien vestido y con la barba blanca y larga, organizada en una trenza sospechosa y finamente peinada, pero ésta vez en su mirada había algo diferente, y recordé que había dejado la cátedra porque aquel campeón del ajedrez nunca pudo ganarle la partida a la locura. 

Ahora tenía su barba blanca totalmente descuidada, vestía unos harapos y calzaba unas chanclas hechas con llantas usadas. Me senté a su lado pensando que me reconocería pero no lo hizo y en vez de eso me hablo como se le habla a un extraño, o mejor, como se le habla a un extraño en la costa, es decir, como si me conociera de toda la vida. Me dijo en voz baja, casi un susurro: ¿sabes qué hago aquí? Le respondí con un gesto negativo. Estoy estudiando los movimientos de la guerra, mira, me dijo señalando hacia arriba. Alcé la vista y pude ver de qué se trataba el asunto: una verdadera batalla campal había sobre nuestras cabezas pues estábamos sentados bajo un gran palo de caucho, enorme tanto en extensión como en altura, con su interminable universo de ramas, tan largas y gruesas, que parecían anacondas prehistóricas petrificadas en posiciones imposibles para la ley de la gravedad y en ese universo de ramas, en esas trincheras de hojas tan grandes que parecían libros abiertos, se enfrentaban sin tregua una horda de mariamulatas y de cotorras.

Las cotorras son más pequeñas que sus enemigos, continuó hablando el anciano, y mira como se defienden: haciendo una bulla infernal, aturdiendo con su retahíla cacofónica, desesperando a las maríamulatas con su estrategia. Hizo un largo silencio y luego continuó. Y mira qué hacen las maríamulatas: callan, emiten graznidos cortos y calculados, solo lo necesario, ahorrando energía. Estudian el momento preciso para atacar, porque aunque están en desventaja numérica, son feroces guerreras y están reclamando su territorio. 

Aquel anciano hablaba sin mirarme, estaba absorto en aquel universo de anacondas gigantes y de libros abiertos sobre los cuales se daba aquel concierto bélico de graznidos y cotorreos.

Dicen que el tablero del ajedrez es sagrado, continuó el anciano sin bajar la mirada, y éste es, en la India, un árbol sagrado. ¿Sabias que este palo de caucho es en realidad una higuera de Bengala? ¿Sabías que en la India y en Ceilán existen árboles de éstos con más de dos mil años? Pues el ajedrez es igual: sagrado y milenario. Hizo una breve pausa y luego continuó: sabes, antes de estratega de la guerra fui profesor de ajedrez y hay una única cosa que no le enseñé a mis alumnos: cuando alguien hostil te moleste, pon cara de idiota y dile: ¿qué? Los que hablan poco y parecen tontos usualmente no les hacen daño. 

Aquel anciano terminó su gran lección con un, hasta luego joven, y se marchó arrastrando tras de sí el perfume de mico remojado que tienen los locos del trópico.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Hijo felicidades, excelente narrativa y recuerdo.

NO dijo...

Interesante historia, se nota que parte de ella es autobiográfica. Bien narrada.

SANDERS LOIS LOZANO SOLANO dijo...

Muchas gracias papi, y gracias Jorge Alberto. Es un recuerdo de la infancia.

JULLA dijo...

Tras la narrativa se esconde algo muy cierto, que quienes mantienen un bajo perfil pasan desapercibidos! Tu narración es contundente. Lograste que me metiera "en tu cuento". Me gustó! Felicitaciones!!

SANDERS LOIS LOZANO SOLANO dijo...

Muchas Gracias por el comentario. Un abrazo