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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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martes, 22 de abril de 2014

Tributo a Gabriel García Márquez


CARTA AL CORONEL DE LAS LETRAS, GABO

Esta tarde en medio de la hojarasca que cubre el trayecto de mi calle al centro comercial, oí de boca de una señora que se había ido García Márquez. Entonces pensé que había llegado la mala hora,  que todos los finales de esos relatos convergieron en uno solo. Que esta tarde contaste el último final de una historia que comenzó hace más 50 años, que fue larga y sustancial. Una historia que tuvo sus penas y alegrías, pero que sin duda fue una excelente historia. Esta tarde recordé que “Relato de un Naufrago”, fue el primer libro que leí en mi vida. Y cuando lo leí; descubrí que existía un mundo mágico y maravilloso, un mundo donde podía hacer lo que me diera la gana, soñar tan alto como pudiera. Un mundo donde yo podía ser el personaje que quisiera, tener poder absoluto sobre cada historia contada. Ese día descubrí que existe un universo maleable que podía moldear a mi propia medida.

Desde hace más de 30 años comencé a soñar. Era un niño, y veía en la narración de los hechos, el poder sin medida del narrador. Ese completo control que se tiene por ser el dueño y creador de la historia que se cuenta. Donde cada acontecimiento está impregnado de la carga de sentimientos que uno quiera imprimirle.
Aprendí  que la realidad y la ficción se encuentran en una franja tan delgada que pueden rosarse para construir ese realismo mágico que solo un mago de las letras puede contemplar. Ese ir y venir del narrador por todos los escenarios de la historia, mientras coloca cada cosa en su lugar, cada sueño y pensamiento justo, en cada uno de sus personajes.

Hoy las letras visten el luto por quien jugó con ellas por tantos años. Hoy las plumas callan y la tinta hace su minuto de silencio. Hiciste lo que te correspondía, creaste un legado incalculable y contribuiste a la herencia inmensa que deja la lengua española en nuestra América. Donde la identidad de nuestros jóvenes es tan frágil que se pierde en versos vulgares en letras de canciones sin valores ni trascendencia. Las grandes historias que nos definen como suramericanos poco a poco van cambiando, junto con el pesar de quienes aprendimos a soñar un mundo distinto, en las historias de los grandes maestros de las letras de nuestro continente y de nuestra lengua. 

Esta tarde el coronel verdaderamente no tiene quien le escriba. Pues hoy el patriarca llegó al final de su largo otoño. Esta tarde Aureliano, Amaranta, Boyardo, Florentino, Fermina, Isabel, Sierva María, entre muchos otros, se reúnen a llorar la partida del coronel de las letras. Durante estos días Macondo entero se viste de luto y hasta la compañía bananera cesa por un tiempo sus actividades, el pueblo entero siente la partida de su hijo ilustre. Mañana hasta las putas tristes del pueblo vestirán el luto por su contador de historias, quien creó un espacio para ellas y nos hizo saber que están allí, que viven, siente, ríen,  lloran y al igual que todos merecen ser felices.

Un camino transitado entre puentes que se comunican. Entre historias que se cruzan para descubrir la vida de cada personaje, para alzar la voz de seres mágicos que deseaban tener su propia vida y que esta fuera mostrada por alguien; a quien gustara oírla. Yo me convertí en uno de esos espectadores que esperaba en la entrada del pueblo, que anduve por sus calles, crecí en ellas y conocí su gente. 
Estuve frente al naufrago en la isla, pude ver el dolor y la incertidumbre en sus ojos, mientras luchaba en su interior por asir la esperanza. Con el indocumentado que sentía el mundo venir sobre él mientras se encontraba en aquel pequeño cuarto en aquel momento puntual de su vida, viví su desesperación, al igual que la vida triste del viejo coronel al final de la guerra civil, donde este sólo vive de una esperanza inútil de una pensión que nunca llega, mientras comparte junto a su mujer la pobreza extrema de un día a la vez, muchas veces cuestionando el hecho del sentido a tanta lucha, para encontrarse en esa encrucijada siendo un hombre viejo.

De hoy en adelante las letras hispanas se vestirán de luto, pero nunca por cien años de soledad. Porque la pluma del coronel de las letras hace gala de su realismo mágico y hoy continuará fluyendo en las alas del alma inmortal del gran Gabo, quien puso en mis manos una forma de vivir y soportar las caídas con la infalible medicina de la literatura, por que las letras son eternas y los cien años ya no son de soledad, porque él arribó esta tarde a Macondo para comenzar una nueva historia, y  las historias nunca cesan. 

Escritor Eduardo Sermendo (Venezuela)

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