Como si fuera la primera vez
Amanece en mis ojos,
y una sábana pegada a mi piel
cae lenta, haciendo juego al letargo de mi cuerpo inerte.
El olvido se asentó con fuerza en la existencia de la mañana,
motivo para disfrazar la rutina,
quebrar un plato, mejor toda la vajilla,
descolgar la ropa, no hacer la cama,
salir desnuda al balcón.
Entro en la cocina y mis ojos se detienen
en el piso cubierto de arroz, ya les sabrá a maná.
Camino la casa y mis pies se hacen raíz.
Bailo y una marioneta se apodera de mi cuerpo,
hasta que caigo al baño donde lavo mi existencia.
Le hago coro al loro de la vecina,
con voz agotada de gritar silencios.
Salgo y recorro las calles atrapando sueños.
Revientan en mis manos y voy tachando uno a uno,
los cumplidos, los rebeldes
y los revestidos de quimeras en los ojos cansados de lluvia.
Al caer la tarde, llega la fiesta de libros y cartas de amor,
y al filo de la noche con la penumbra,
transito los pasos de los ausentes.
En el alma amurallada de la habitación,
se plasma la fatiga con la oscuridad,
y al día siguiente, como si fuera la primera vez,
corro tras un sueño.
No hay lluvia.
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