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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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lunes, 27 de febrero de 2012

Una historia de amor en La Urraka


CUENTO GANADOR DEL “TURPIAL DE ORO” EN EL CONCURSO INTERNACIONAL DE CUENTOS “AMOR EN PALABRAS” EN LA SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL

HISTORIA DE AMOR ENTRE LA INDIA Y EL INCA

      Había una princesa india, con el cabello negro azabache, sus ojos eran inmensos y profundos como el mar, pero en ellos había la energía de la corriente de un río caudaloso, en su corazón habitaba una gran tristeza que empañaba toda luz que ella tenía, era un dolor del alma porque un espíritu ensombrecido se apoderó del hombre que eligieron para esposo y éste destrozaba su vida.

      La princesa se fue al monte más alto y desde allí invocó a la madre luna, se quitó sus ropas, soltó su cabello y se vistió con los rayos de la luna abrió sus brazos e hizo el conjuro, invocando a los dioses para que un salvador llegara a su pueblo y lavara las penas de su corazón.

      Esa noche la luna tenía unos rayos plateados que parecían sedas que rozaban el suelo, en los lagos se reflejaban y se oían sonidos sutiles y sensuales que emergían. Parecía como si la luna cantara para cumplir ese deseo de la princesa. Mientras que ésta se acostó en el suelo desnuda, bañada por los rayos de luna, hasta el amanecer que el padre sol salió y comenzó entibiecer su piel con su calor. La princesa india se fue a su tribu a esperar que la madre luna hiciera lo suyo.

      Mientras en tierras muy lejanas, un Inca guerrero le pedía al Dios Sol una mujer digna de ser su esposa, pero más que eso que amara su alma y su espíritu, que luchara a su lado las luchas del corazón y del amor.

      La princesa cada día iba al río a desahogar sus penas y dejas sus lágrimas en las aguas del río, donde nadie pudiera ver su dolor, ese río era testigo fiel del sufrimiento de la princesa, pero un día conversó con un ave de lindo plumaje que llego a sus agua y le contó del dolor que sentía por esa princesa y el ave le contó de la pena y búsqueda de su inca.

      Tras un largo viaje por el Amazonas, recorriendo espacios inmensos, el ave llega. Encuentra a su Inca, triste y melancólico, pero no sabe cómo hacerle saber de esa princesa, en la noche conversa con la luna y le pide en un reflejo la imagen de la princesa. La luna alcanza con sus rayos al Inca y le muestra la figura de esa bella mujer, pero observa que una lágrima rueda por su mejilla y su corazón siente la necesidad de enjuagar sus lágrimas y de hacerla feliz. Habla a la luna y hace un conjuro para que ésta lo lleve hasta ella. Se duerme bajo los rayos de luna y  ésta le muestra un camino por un río, montañas una selva hasta llegar al río que contiene las lágrimas de la princesa.

      Al día siguiente toma un caballito de totora y con su ave se remonta por el río, va navegando días y días y en esos días va tomando lo más hermoso que ve del camino, orquídeas de todos los colores, las aves que sabían el motivo de su viaje le ofrecían las plumas más ricas y hermosas para que le hiciera un bello penacho, traía en su totora oro, plata y con ellos el más hermoso de los sentimientos que hombre alguno sintiera por una mujer, sin conocerla aun, se había metido en su corazón, se había adueñado de su alma y no quería vivir separado de ella.

      Mientras la princesa en su reino continuaba invocando a la luna y ésta le llevo en sus sueños al Inca que pronto estaría a su lado, ella miró ese rostro y lo guardo en su corazón, iba al río y creía ver en sus aguas el reflejo de su rostro, en el canto de las aves creía oír su voz y cuando la brisa la rozaba creía que eran sus manos, su corazón se enternecía al imaginar que ese príncipe llegaría a su vida y comenzó a cambiar su rostro a tornarse alegre y cantaba.. una tarde mirando al sol fijamente oyó una voz que le decía, princesa pronto llegará mi hijo y acabará tu tormento y cada uno renacerá en su existencia. La princesa respondió con voz dulce: “esperaré con ansias a tu hijo”

      El Inca continuaba su camino por el Amazonas, observaba las bellezas que existían. Mientras que la Princesa India llenaba su vida de cantos, y risas, todos observaban su cambio y estaban muy felices por ella, aunque nadie sabía en realidad la causa de su felicidad, pero era un milagro de los dioses.

       Una tarde del noveno mes desembarca a las orillas del río el Inca tan esperado por la Princesa y que nadie sabía que vendría, camina un poco y llega hasta palacio y es recibido por los súbditos del Cacique padre de la Princesa. Hacen un banquete en honor al recién llegado, la princesa entra en el banquete del brazo de su padre y todos se colocan de rodillas en señal de respeto, el Inca, camina con pasos lentos y con la mirada fija en la Princesa, le extiende su mano y esta la acepta, se miran a los ojos y se reconocen en sus corazones, en silencio caminan hacia la mesa y se sientan, solo se miran y en sus miradas expresan todo lo que sus almas gritan.

      En la cumbre de la Montaña Vieja el Inca y la Princesa India, observan su reino e invocan a la luna y el sol para que les dé un hijo heredero producto de ese maravilloso amor, y con un beso apasionado que se regalan, la luna y el sol los observan casi con envidia.

Escritora y poeta Mirna López Baez 
(Venezuela)

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