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Mujeres trabajando
Autor: Yemba Bissyende
Técnica: Batik
Medidas: 40 cm x 1m 30 cm

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jueves, 17 de febrero de 2011

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Esos corazoncitos tan de lento aprendizaje

Me da risa la gente que dice: tenía 40 años y ella 13, no le dio opción, el maldito la sedujo y la obligó a tener relaciones sexuales, ella no pudo tener esas ideas en la cabeza.
Mi esposa contrató a Julia para que se quedara a cuidar al niño. Esa noche tuvimos la idea estúpida de rescatar el matrimonio.
Abrí la puerta y ví a Julia, vestía una blusa blanca que tenía bordadas unas flores azules y llevaba unos jeans deslavados, calcetas y tenis. Para ese momento, recuerdo que no me pareció remotamente interesante. Yo tenía la esperanza de una noche brutalmente sexual con mi esposa, y a los tres años del nacimiento de mi hijo, me fascinaba que aún le chorreara leche de las tetas con solo succionarlas.
Nada mas alejado de la realidad eran mis pensamientos. Carmen terminó de arreglarse, dictó instrucciones a Julia, y me alcanzó en la puerta. Llevaba puesto un vestido blanco que apenas le cubría la mitad de los muslos. Era una hembra poderosa. Ya en el carro le dije que se veía fenomenal, que me encantaba la idea de salir de la monotonía, y que por una noche, intentáramos olvidarnos de los pleitos que todos los días nos iban consumiendo.
Ella sonrío distraída y señaló el restaurante a donde quería que fuéramos. Una vez que habíamos escogido lo que íbamos a beber, Carmen pidió al mesero que nos dejara para escoger de la carta. Levantó la vista y me dijo en tono seco: no quiero escenas, por favor, si te pedí salir, es porque lo considero necesario. Esta noche te dejo.
Nada puedo agregar al respecto. Dos horas después yo estaba en casa, bebiendo whisky a pequeños sorbos; Julia me había explicado que mi mujer le pidió que se quedara durante una semana y le había adelantado el dinero, en presencia de sus padres. Me encargaré de todo, señor, no se preocupe, ni siquiera le daré molestias. Siento mucho esta situación.
Fue cuando la descubrí tal cual, vestía tan solo una camiseta larga a manera de bata de dormir, con un Mickey Mouse impreso en la parte frontal, que guardaba el equilibrio en una tabla de surf, y debajo se veía la sombra de su ropa interior infantil. Entonces le pedí que se sentara un momento, le ofrecí un refresco y unas palomitas hechas en el microondas. Lo demás, no pueden entenderlo, nos amamos toda la noche, al día siguiente, y durante toda la semana. Y estoy seguro que ella, pegada a mi piel, suplicaba que la amara toda la vida. Decía cosas como: ¿en verdad está pasando, dime que en verdad está pasando? Cómo pueden llamarle a eso violación.

Escritor Adán Echeverría (México)

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